8° CONGRESO INTERNACIONAL DE MEDICINA INTERNA
del Hospital de Clínicas
Buenos Aires, 28-31 agosto 2000
INSUFICIENCIA CARDIACA
Coordinador: LUIS D. SUAREZ
Isquemia miocárdica y
función ventricular: efectos de la ausencia del “esqueleto
hidráulico” del miocardio sobre la mecánica cardíaca
Alberto Crottogini
Los efectos de la hipoxia sobre la mecánica ventricular
izquierda global han sido bien descriptos, tanto en animales como en
el hombre. Básicamente, estos efectos comprenden: a) un deterioro
en la función contráctil (efecto inotrópico negativo), y b) un
deterioro en la relajación (efecto lusitrópico negativo). El
primero se evidencia por la caída de la elastancia máxima
ventricular (pendiente de la relación presión-volumen de fin de
sístole), y la segunda por aumento del módulo de rigidez
diastólica (K).
Las manifestaciones mecánicas de la hipoxia a nivel regional
(hipoquinesia, aquinesia y disquinesia) también han sido
apropiadamente descriptos tanto en animales experimentales como en
el hombre.
Menos conocidos que los efectos provocados por la deprivación de
oxígeno (hipoxia o anoxia) son los resultantes de la deprivación
de sangre (isquemia). En efecto, la deprivación de sangre al
miocardio, conlleva no sólo los efectos derivados de la carencia de
oxígeno, sino aquéllos provocados por la ausencia de líquido
dentro de la microvasculatura coronaria. El líquido intracoronario,
verdadero “esqueleto hidráulico” del miocardio, contribuye
sustancialmente a la elastancia (rigidez) parietal, tanto en
sístole como en diástole.
Con el propósito de discriminar cuáles son los fenómenos
mecánicos ventriculares izquierdos que resultan de la hipoxia
miocárdica, de aquéllos que resultan de la isquemia miocárdica,
hemos diseñado un experimento en el que el miocardio es sometido
alternativamente a una oclusión aguda de la arteria coronaria que
lo irriga (anoxia + isquemia), y a una perfusión con una solución
carente de oxígeno (anoxia sin isquemia).
En seis perros se insertaron dos pares de microcris-tales
ultrasónicos (cerámicas piezoeléctricas de 5 MHz) para medir en
forma continua el espesor parietal de la cara anterior y posterior
del ventrículo izquierdo. Esta técnica, llamada sonomicrometría,
consiste en medir el tiempo que tarda una señal ultrasónica en
recorrer la distancia que separa al microcristal emisor del
receptor. Como la velocidad es constante, la distancia (dato que nos
interesa conocer) es directamente proporcional al tiempo. Se
insertó, además, un microtransductor de presión (Konigsberg P7)
en la cavidad del ventrículo izquierdo.
Completada la instrumentación del animal, se registraron los bucles
presión-espesor parietal de ambas caras durante una oclusión aguda
de la arteria circunfleja (que en el perro irriga la cara posterior)
de 15 segundos de duración, y durante la perfusión de la misma
arteria con Dextrán 40.
En ambas situaciones experimentales se analizó en las dos caras: a)
la variación de espesor parietal (en mm) observada durante la fase
de relajación isovolúmica (isométrica diastólica) a los 5, 7.5 y
15 segundos de oclusión y de perfusión con Dextrán; y b) el
espesamiento parietal sistólico (en mm).
Los resultados demostraron que:
a) Durante la oclusión se produce un marcado adelgazamiento
parietal durante la fase isovolúmica diastólica en la cara
posterior, que no se evidencia durante la perfusión con Dextrán
(-0.93 ± 0.11 mm vs. +0.33 ± 0.4 mm, p < 0.004).
b) Estos cambios son especulares con los que se producen en la cara
anterior normoperfundida.
c) El espesamiento parietal sistólico, que disminuye
dramáticamente durante la oclusión, se preserva durante la
perfusión con Dextrán.
d) El engrosamiento parietal sistólico aumenta significativamente
en la cara normoperfundida, pero dicho aumento ocurre durante la
fase isovolúmica sistólica y no durante la fase eyectiva.
Conclusiones:
Del análisis de los resultados expuestos en a) y b) se concluye que
los cambios observados en la fase isovolúmica diastólica no son el
resultado de la anoxia sino de la ausencia de esqueleto hidráulico,
que determina que la pared afectada pierda elastancia y sea dominada
mecánicamente por la pared normoperfundida, provocando un
disbalance mecánico muy desfavorable para la función ventricular,
que no se observa cuando el miocardio está anóxico pero irrigado
(no isquémico).
Del análisis de los resultados expuestos en c) y d) se concluye que
durante la oclusión coronaria, el aumento del engrosamiento
parietal de la pared normoperfundida no contribuye al volumen
sistólico, ya que no ocurre durante la fase eyectiva sino
isovolúmica, desvirtuándose así un supuesto rol “vicariante”
de la pared sana durante la isquemia miocárdica. El engrosamiento
observado es la mera consecuencia de una interacción mecánica
entre una pared de elastancia normal por presencia de su esqueleto
hidráulico con una de elastancia disminuida por ausencia de su
esqueleto hidráulico.
Las conclusiones expuestas sugieren que en la disfunción
ventricular izquierda resultante de una oclusión aguda coronaria, a
los efectos deletéreos de la hipoxia tisular se agrega el rol
relevante que tiene la ausencia del esqueleto hidráulico del
miocardio.
Insuficiencia
cardíaca: Inhibidores de la ECA o antagonistas de los receptores de
angiotensina
Manuel Vázquez Blanco
Existen sobradas evidencias de que el sistema renina angiotensina
aldosterona juega un rol preponderante en la patogénesis y
progresión de la insuficiencia cardíaca. La angiotensina II (A-II)
tiene una serie de efectos biológicos, que en el ser humano se
canalizan a través de dos receptores denominados AT 1 y AT2. El
receptor AT 1 es el mejor conocido, predomina en el sujeto adulto y
explica la mayor parte de los efectos de la A-II. Por medio de la
estimulación de este receptor aumenta la secreción de aldosterona,
se producen hipertrofia, proliferación celular, vasoconstricción y
hasta una respuesta inflamatoria mediada por prostaglandinas. En
forma inmediata aumentan la pre y poscarga y a más largo plazo se
produce el remodelamiento cardíaco, lo cual promueve una
disfunción ventricular progresiva. Numerosas evidencias clínicas y
experimentales demuestran que la interrupción del sistema tiene
efectos favorables sobre la evolución de los pacientes con
insuficiencia cardíaca. Es por ello que durante muchos años los
inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) han
constituido, junto con los diuréticos, la piedra angular en el
tratamiento de la insuficiencia cardíaca. Diferentes estudios
prospectivos (CONSENSUS, SOLVD, SAVE, V-HeFT II, AIRE, etc.) han
mostrado que disminuyen el número de internaciones, mejoran los
síntomas, la clase funcional y prolongan la vida. Junto con el
bloqueo de la producción de A-II, los IECA bloquean el catabolismo
de la bradiquinina. La bradiquinina tiene a su vez propiedades
antiproliferativas y promueve la liberación de sustancias
vasodilatadoras por parte del endotelio. Estas acciones son
beneficiosas pero a veces, son responsables de los efectos
indeseables observados en algunos pacientes. La A-II puede generarse
a través de otras vías alternativas, particularmente a través de
proteasas tisulares. En consecuencia, la utilización de los
antagonistas de la A-II podría brindar un bloqueo más eficaz de
sus efectos. El estudio ELITE-1, diseñado para comparar la
tolerabilidad del Losartán en relación con Captopril, en pacientes
mayores de 65 años, mostró una reducción significativa de la
mortalidad en los pacientes tratados con Losartan. Estudios
posteriores efectuados con diferentes antagonistas de la A-II
(RESOLVD, SPICE y ELITE-2) no mostraron diferencias significativas
en la mortalidad, aunque fueron mejor tolerados.
Por lo tanto no existen, aún, evidencias de que los antagonistas de
la A-II sean superiores a los IECA para el tratamiento de la
insuficiencia cardíaca y se recomienda que sean utilizados en caso
de intolerancia para aquellos. Algunos estudios (Val-HeFT, CHARM I
II III, OPTIMAAL, VALIANT, etc.) se encuentran aún en marcha con el
objetivo de evaluar la eficacia de los antagonistas de la A-II solos
o en combinación con IECA en este grupo de pacientes.
Bibliografía
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Sudden cardiac death:
definition, classification, trials and treatment
Antonio Pacífico
Sudden cardiac death is the leading cause of death in the western
world, but controversy still exists even in how we should define
sudden cardiac death. Discussion of the various implications if one
chooses one definition vs the other will be conducted. There are
multiple etiologies, but the lead predisposing factor to sudden
cardiac death is still cardiomyopathy; the least is due to an
electrical instability and arrhythmias. The most common etiology of
cardiomyopathy is ischemic but in Argentina and other South American
conutries, Chagas disease as the etiology of the cardiomyopathy is
more prevalent. Multiple antiarrhythmic trials have been conducted,
many with amiodarone as the pharmacological agent, to try to
decrease sudden cardiac death in this population. The results of
these trials and the results of the trials comparing medical therapy
vs the implantable cardioverter or defibrillator will be discussed.
Development of sudden
cardiac death from congestive heart failure. Point of view: beta
blockers and antiarrhythmic drugs vs implantable defibrillators
Antonio Pacífico
The development of the steps in-between the onset of congestive
heart failure and sudden cardiac death are actually one of the most
interesting, yet the most poorly understood phenomenon. May patients
have congestive heart failure, and the majority develop some form of
arrhythmias; however, what transforms these arrhythmias into lethal
arrhythmias, such as sustained ventricular tachycardia or
ventricular fibrillation, is subject to discussion and
investigation. What role does electrical stimulation and beta
blockers have in preventing sudden death will be discussed. Also,
the role of the beta blockers in improving the cardiomyopathy and
the congestive heart failure symptoms will be discussed. The use of
medications vs the implantable defibrillator in the prevention of
sudden cardiac death in this subgroup of patients will also be
discussed.
Insuficiencia
cardíaca y ejercicio
Roberto M. Peidro
La insuficiencia cardíaca es una patología clínica frecuente y
se acompaña de elevada morbimortalidad. No es una enfermedad en sí
misma, sino un síndrome que puede formar parte de la evolución de
diferentes cardiopatías. Las referencias a desarrollar en este
reporte se refieren al deterioro de la función sistólica
ventricular izquierda que ocupa el 80% de los casos de insuficiencia
cardíaca. El sistema cardiovascular no está totalmente capacitado
para suplir las necesidades de oxígeno del organismo y existe una
compleja combinación de procesos, desencadenados a partir de la
falla en la función de bomba, que provocan la hipoperfusión de
diferentes órganos vitales y el incremento de las presiones de
llenado ventricular izquierdo con acumulación de fluidos en los
pulmones y el sistema venoso. La disnea y la fatiga muscular son los
síntomas más importantes y los pacientes con menor capacidad
funcional tienen la mortalidad más elevada.
Síntomas
En la etiología de los síntomas están involucrados los cambios
producidos en diferentes sistemas. Si bien se ha atribuido la fatiga
a anormalidades del músculo periférico y la disnea a
modificaciones en los parámetros respiratorios, es necesario tener
en cuenta que la aparición de uno u otro síntoma puede depender
del tipo de ejercicio realizado y del protocolo empleado en la
evaluación. Se comprobaron pocas diferencias con relación al pico
de consumo de oxígeno (VO2), ventilación y etiología de la
insuficiencia cardíaca entre los pacientes que detienen el
ejercicio por disnea o por fatiga. Esto ha llevado a pensar en
mecanismos semejantes implicados en la producción de ambos
síntomas.
Se ha observado una pobre correlación entre los parámetros
utilizados para valorar la función cardíaca y aquellos empleados
para objetivar la capacidad funcional. Ambos, sin embargo, tienen
valor en la evaluación pronóstica. Los síntomas y la capacidad
para realizar actividad física no tienen una relación estricta con
la presión capilar pulmonar, la fracción de eyección ventricular
izquierda, el volumen minuto en reposo y las mediciones de la
función ventricular. Por otra parte la mejoría de las variables
hemodinámicas lograda mediante tratamientos farmacológicos y aun
con transplante cardíaco no se traduce en una desaparición
inmediata de la sintomatología. El deterioro de la fracción de
eyección del ventrículo derecho se propuso como parámetro
relacionado con la disminución de la capacidad funcional, aunque
esto no ha podido ser corroborado en estudios posteriores con
valoración de VO2 pico.
La insuficiencia cardíaca tiene su origen en una deficiencia en la
función hemodinámica central y desencadena alteraciones en la
función respiratoria, el sistema nervioso autónomo y
neurohormonal, la circulación periférica y el músculo
esquelético. Estas modificaciones están involucradas en la
etiología de los síntomas.
Hay una respuesta ventilatoria exagerada al ejercicio y la relación
“ventilación/producción de CO2” (VE/VCO2) está aumentada, con
una curva empinada con relación a sujetos normales. A pesar de este
incremento ventilatorio no se han observado alteraciones
significativas de los gases en sangre. Esto sugiere la existencia de
otro mecanismo, exagerado durante el ejercicio, que actuaría como
estímulo para la hiperventilación. Los quimiorreceptores
arteriales se han propuesto como uno de estos estímulos. Coats
demostró un incremento en la sensibilidad a la hipoxia de los
quimiorreceptores periféricos y de la sensibilidad al CO2 de los
quimiorre-ceptores centrales, aunque sin alteraciones de la
quimiosensibilidad de los receptores periféricos al CO2.
Existen evidencias cada vez más fuertes que relacionan a las
anormalidades en el músculo esquelético con este tipo de respuesta
ventilatoria.
Otra causa de disnea podría ser el engrosamiento de la membrana
basal alveolar que existe en zonas con hipertensión pulmonar o bien
donde ha habido incrementos crónicos de la presión venosa pulmonar
(estenosis mitral no tratada). Sin embargo, esto no pudo ser
confirmado ya que no se ha demostrado una desaturación de oxígeno
arterial durante el ejercicio en pacientes con insuficiencia
cardíaca.
La fatiga de los músculos respiratorios, producida por la
hiperactividad secundaria al incremento de los requerimientos
ventilatorios, contribuye al desarrollo de disnea. Se demostraron
cambios histológicos en estos músculos en pacientes con
insuficiencia cardíaca crónica
Se ha descripto una tendencia excesiva a la broncoconstricción.
Esta broncoconstricción no asmática podría contribuir a la disnea
de la insuficiencia cardíaca y las causas pueden estar relacionadas
con edema de la mucosa bronquial.
Modificaciones periféricas
En la insuficiencia cardíaca hay alteraciones musculares de
distinto tipo. Existe disminución en el estiramiento pico, acidosis
precoz, rápida depleción de los compuestos de alta energía y
sobredependencia del metabolismo anaeróbico. Se ha observado
disminución en los contenidos de enzimas oxidativas musculares,
reducción en el número y tamaño de las mitocondrias, alteraciones
en la distribución de los tipos de fibras musculares y reemplazo de
fibras musculares por tejido graso. Hay evidencias de una excesiva y
precoz liberación a la sangre de los productos del metabolismo
muscular (ácido láctico, potasio, adenosina).
Las modificaciones musculares podrían atribuirse a la disminución
crónica del flujo sanguíneo generada y a cambios en los vasos
periféricos. En la etiología de las alteraciones vasculares
intervienen la sobreactividad neurohormonal, que incluye al sistema
renina-angioten-sina dentro de la pared arterial, los sistemas
dependientes del endotelio con una disminución del factor relajante
endotelial y una sobreactividad del sistema vasocons-trictor. Hay
una disminución de la “complaince” arterial, que lleva a un
trabajo adicional del ventrículo izquierdo, y alteraciones de la
microvasculatura que contribuyen a la baja perfusión renal,
muscular, hepática y pulmonar.
No se han logrado mejorías inmediatas en el metabolismo muscular,
los niveles de lactato en el esfuerzo ni los síntomas al
incrementar el flujo de sangre al músculo durante el ejercicio.
Esto sugiere que el deterioro del metabolismo muscular durante la
actividad física no depende en forma aguda del flujo sanguíneo,
sino de las alteraciones intrínsecas y crónicas del músculo.
El músculo esquelético en la insuficiencia cardíaca es similar al
observado en sujetos con largos períodos de inactividad, aunque el
simple desuso no puede explicar todos los cambios presentes en esta
patología.
Las modificaciones del músculo esquelético se correlacionan bien
con la limitación de la capacidad de ejercicio. Algunas de las
respuestas cardiovasculares y respiratorias al ejercicio están
mediadas por la acción de estímulos sensitivos que son llevados
por nervios aferentes pequeños mielinizados o no mielinizados
llamados ergorreceptores (o receptores metabólicos). Han sido
estudiadas sus implicancias en la excitación simpática y el
reflejo vasoconstrictor habiéndose demostrado que durante el
ejercicio contribuyen al incremento de la respuesta ventilatoria
siendo mayor este efecto en la insuficiencia cardíaca. Si se tiene
en cuenta esta hipótesis es posible suponer, tal como ha propuesto
Coats, que las alteraciones producidas en el músculo pueden generar
tanto la fatiga como la disnea. Los tratamientos que mejoran la
fatiga e incrementan la tolerancia al esfuerzo están relacionados
con mejorías a nivel muscular.
El entrenamiento físico en insuficiencia cardíaca
A partir de los conceptos anteriores podría relacionarse la
mejoría en el metabolismo energético muscular con la reducción de
los síntomas del paciente con insuficiencia cardíaca. Para lograr
este objetivo se han propuesto los programas de ejercicio físico
tendientes al acondicionamiento muscular.
Los estudios realizados en pacientes con insuficiencia cardíaca en
planes de ejercicios programados probaron una mejoría psicofísica
y demostraron incremento de la tolerancia al ejercicio con aumentos
del consumo máximo de oxígeno y desplazamientos en el umbral
anaeróbico. En estudios de variabilidad de frecuencia cardíaca se
han observado incrementos de la desviación standard de los RR y
disminución de los ritmos de baja frecuencia (0.04 a 0.15 Hz),
relacionados con el control simpático del cronotropismo, con
aumentos en los ritmos de alta frecuencia (0.15 a 0.40 Hz) ligados
al tono parasimpático. Las catecolaminas plasmáticas pueden ser
inferiores en los pacientes en planes de entrenamiento físico.
En la División Prevención y Rehabilitación cardio-vascular y
pulmonar de la Fundación Favaloro (Centro de Vida Fundación
Favaloro) hemos implementado planes de ejercicios físicos para
pacientes con insuficiencia cardíaca con capacidad funcional
moderada a severamente deprimida. Los pacientes son evaluados antes
y después de 12 semanas de entrenamiento con test de ejercicio con
valoración de intercambio gaseoso, variabilidad de frecuencia
cardíaca, catecolaminas plasmá-ticas, fracción de eyección
ventricular derecha e izquierda en reposo y esfuerzo.
El tipo de esfuerzo realizado por los pacientes es de predominio
dinámico incluyendo en las sesiones ejercicio en cicloergómetro y
banda deslizante con períodos intermedios de elongación muscular.
La intensidad aplicada corresponde a un 65 a 75% del consumo pico de
O2 alcanzado en las pruebas previas, con control de la frecuencia
cardíaca que se mantiene en niveles del 70% de la máxima lograda
en las evaluaciones.
La duración de las sesiones tiene un incremento paulatino llegando
a los 50 minutos cuando el paciente está adaptado. Pasadas las
primeras dos semanas se aplican ejercicios tendientes a mejorar la
fuerza y resistencia muscular así como ejercicios intervalados con
períodos de mayor carga de 20 segundos y recuperación activa de 45
a 60 segundos. Las cargas aplicadas en cada caso surgen de una
evaluación previa donde se mide la tolerancia máxima a un
ejercicio rápidamente progresivo. Esta evaluación puede realizarse
cada 15 ó 21días para objetivar eventuales cambios en la
tolerancia y poder indicar mayor (o menor) intensidad de esfuerzo.
El entrenamiento intervalado realizado de la manera descripta ha
demostrado mejoría en los síntomas y en el consumo máximo de
oxígeno al ser aplicado a pacientes en clase funcional II - III
durante pocas semanas.
En el grupo de pacientes que hemos evaluado con esta metodología se
observaron incrementos en la variabilidad de frecuencia, reducción
de adrenalina plasmática en reposo y aumentos en el VO2 pico de
hasta un 40%. En un pequeño grupo de pacientes se registraron
aumentos en la fracción de eyección del ventrículo izquierdo en
reposo y ejercicio después del período de entrenamiento. Este
hecho debe ser investigado en un mayor número de casos ya que la
función central no había demostrado variaciones en múltiples
estudios previos.
Pocas investigaciones han logrado demostrar un aumento en la
sobrevida de pacientes con insuficiencia cardíaca por la
aplicación de planes de ejercicios programados. Los estudios de
Belardinelli son un ejemplo de ello, aunque la disminución de la
mortalidad surgió como una observación secundaria que no había
sido planteada como objetivo. Sin embargo, la mejoría de diversos
parámetros relacionados con el pronóstico conduce a un pensamiento
optimista con relación a futuros logros. Se hace necesario
implementar estudios a gran escala tendientes a demostrar los
verdaderos alcances de este tipo de tratamiento.
De cualquier modo, el hecho de mayor importancia lo da la mejor
calidad de vida de estos pacientes que logran, por un lado,
incrementar su capacidad para realizar esfuerzos y valerse por sí
mismos y por otro, mejorar la autoestima y diferentes aspectos
psicológicos que facilitan su reinserción laboral y social. Debido
a estas observaciones, los planes de ejercicios programados de
rehabilitación cardiovascular en este tipo de pacientes deberían
contemplarse como parte del tratamiento habitual. La
estratificación de riesgo adecuada a cada paciente permitirá el
desarrollo de los programas con mínima incidencia de
complicaciones.
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