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ABSCESO EPIDURAL ESPINAL
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL ABSCESO EPIDURAL ESPINAL
JOSE E. ROEL, LAURA
FERNANDEZ, LILIANA ABRAHAM, MARIA CELIA CUESTA, GABRIEL BOUZA,
ALEJANDRO BOERO, JORGE L. FALCON
Clínica y Maternidad
Suizo-Argentina, Buenos Aires
Key words: spinal epidural abscess, infectious
endocarditis, magnetic resonance imaging
Resumen
El
absceso epidural espinal es una enfermedad poco común y de
difícil diagnóstico. Presentamos tres casos ocurridos en nuestro
medio. En ninguno de ellos se consideró el diagnóstico antes de
su internación. Los tres pacientes fueron internados con dolor
espinal y dos de ellos presentaron fiebre previo a su ingreso. Las
imágenes de resonancia magnética fueron de gran utilidad para el
diagnóstico y para definir la extensión del absceso previo a la
cirugía. La identificación microbiológica y el drenaje
quirúrgico permitieron la recuperación neurológica.
Abstract
Diagnosis
and treatment of spinal epidural abscess. Spinal epidura l abscess
is an uncommon disease. The medical literature emphasizes the
importance of its timely recognition and treatment. Three patients
admitted in our hospital are presented. None of them was diagnosed
on ambulatory bases. All of them were admitted because of spinal
ache and two of them also had fever. Magnetic resonance imaging
yielded the correct diagnosis in all cases and was very effective
in delineating the extent of the lesion. We used antimicrobial
therapy directed against the bacteria identified by cultures as
well as surgical drainage in all cases. The three patients had a
good outcome and no neurologic sequela. Early recognition, proper
microbiologic diagnosis and surgical drainage are the main
criteria for the current management of spinal epidural abscess.
Dirección postal: Dr. José E. Roel, Malabia 2277, 1425
Buenos Aires, Argentina
Fax: 54-1-4827-9215
Recibido: 11-11-1998 Aceptado: 26-XI-1998
El absceso epidural espinal (AEE) es una enfermedad poco
frecuente y potencialmente fatal1. La evolución puede ser muy
rápida y de no mediar un diagnóstico precoz que permita
instaurar un tratamiento eficaz, puede producir un daño
neurológico irreversible. Los síntomas iniciales son
inespecíficos (dolor espinal y fiebre), por lo que la sospecha
diagnóstica le compete tanto al médico clínico o pediatra, como
al traumatólogo o neurocirujano.
Presentamos tres pacientes con AEE ocurridos en nuestro Servicio
entre 1996 y 1997, que sobrevivieron sin secuela neurológica con
tratamiento antibiótico y drenaje quirúrgico.
Casos clínicos
Caso 1. Paciente de 68 años de edad y sexo femenino, que
ingresó por presentar exacerbación de cervicalgia y lumbalgia
crónicas, trastornos en la marcha y fiebre de cinco días de
evolución. A su ingreso se presentó lúcida orientada,
temperatura axilar 38°6, tensión arterial 120/70 y frecuencia
cardíaca de 100/min con ritmo regular. Tenía dolor a la
palpación de las masas musculares paravertebrales a nivel
cervical y lumbar, dolor a la percusión sobre la columna cervical
y leve paresia crural derecha. El laboratorio informó hematocrito
41%, recuento de blancos 12.900/ml (neutrófilos 88%, linfocitos
5%, monocitos 7%), glucemia 106 mg%, urea 58 mg% y
eritrosedimentación 24 mm. Dos hemocultivos desarrollaron
Staphylococcus aureus sensible a la meticilina. El ecocardiograma
transtorácico no mostró vegetaciones. La resonancia magnética
(RM) sin contraste paramagnético (Figura 1) mostró una imagen
compatible con colección epidural desde C3 hasta D2.
Se realizó una laminectomía de C5-C7 con drenaje quirúrgico de
la colección y posterior cierre por planos, dejando un drenaje
que se retiró a las 72 hs. El cultivo de la misma desarrolló S.
aureus. Conjuntamente comenzó tratamiento médico con
dexametasona y antibióticos endovenosos durante dos semanas
(ceftriaxone 4 g/d y rifampicina 600 mg/d, con el agregado de
gentamicina 240 mg/d durante los tres primeros días). Luego
continuó con cefalexina y rifampicina por vía oral hasta
completar tres meses. En los primeros días del postoperatorio
persistió febril con progresión del foco motor hasta
tetraparesia moderada, pero luego presentó mejoría progresiva.
Fue dada de alta 19 días después de la cirugía, afebril y
deambulando por sus propios medios. El foco motor y los dolores
desaparecieron por completo en los meses subsiguientes.
Caso 2. Paciente de 67 años de edad y sexo femenino, que ingresó
por dolor glúteo derecho con irradiación a la cara posterior del
muslo y pantorrilla del mismo lado de 20 días de evolución. Tres
días antes de su ingreso presentó fiebre. En el examen se
presentó lúcida, orientada, la temperatura axilar era 37°,
tensión arterial 120/70, frecuencia cardíaca 75 min, y tenía
hiporreflexia patelar y aquiliana derecha con disminución de la
sensibilidad superficial y signo de Lasègue positivo. El
laboratorio informó hematocrito 36.6%, recuento de blancos
32.000/ml (cayado 10%, segmentados 78%, eosinófilos 1%,
linfocitos 8%, monocitos 3%), eritrosedimen-tación 49 mm, TGO 39
U/L, TGP 77 U/L, fosfatasa alcalina 225 UI/L y sedimento urinario
con escasos glóbulos rojos y 5 a 7 leucocitos por campo. Se
realizaron radiografías de co-lumna lumbosacra que mostraron
espondilolistesis leve L4-L5 y una ecografía abdominal que
documentó litiasis vesicular múltiple y dilatación
pielocalicial izquierda leve. La RM de columna lumbosacra (Figura
2) mostró una imagen hetero-génea que rodeaba el saco dural de
L2 a L5, isointensa en T1 e hiperintensa en T2, que reforzaba con
gadolinio, compatible con absceso epidural lumbar.
Comenzó tratamiento con cefuroxime endovenoso 4.5 g/d. Se
realizó laminectomía L2-L3 encontrándose una colección
epidural purulenta. Se procedió al drenaje de la misma y luego se
efectuó el cierre por planos dejando un drenaje aspirativo que se
retiró en 72 hs. El cultivo del material quirúrgico desarrolló
S. aureus sensible a la meticilina. Los hemocultivos fueron
negativos.
Evolucionó inicialmente con mejoría sintomática y desaparición
de las manifestaciones neurológicas. En el quinto día del
postoperatorio presentó dolor en el hemiabdomen derecho. El
laboratorio informó fosfatasa alcalina 515 UI/L, TGO 70 U/L, TGP
184 U/L, bilirrubina 0.70 mg/dl, eritrosedimentación 109 mm,
hematocrito 34.3%, recuento de blancos 19.100/ml (neu-trófilos
segmentados 82%, eosinófilos 1%, basófilos 1%, linfo-citos 10%,
monocitos 6%). La tomografía computada de abdomen y pelvis
mostró dilatación ureteropiélica derecha en su tercio proximal,
con extravasación del contraste al espacio perirrenal posterior.
La pielografía ascendente mostró estenosis ureteropiélica
derecha. Se colocó un catéter doble J. Evolucionó
favorablemente externándose 3 días después. Tres meses después
se retiró el catéter quedando asintomática.
Caso 3. Paciente de 57 años de edad y sexo masculino, que
ingresó por presentar lumbociatalgia derecha de 11 días de
evolución con exacerbación de los síntomas en las últimas 72
horas. Una RM realizada dos días antes de su ingreso mostró
retrolistesis de L5 con hernia de disco L5-S1. En el examen se
encontraba lúcido, la temperatura axilar era 36.5°, tensión
arterial 120/80 mmHg, frecuencia cardíaca 84/min y se encontró
signo de Lasègue positivo a izquierda. Los reflejos
osteotendinosos eran simétricos y la sensibilidad se encontraba
conservada. El laboratorio informó hematocrito 30%, recuento de
blancos 6.600/ml, eritrosedimentación 44 mm. Se efectuó una RM
(Figura 3) que mostró una imagen de masa ocupante a nivel L5-S2
que comprometía el saco dural y reforzaba con gadolinio.
Se realizó una laminectomía L5, con discectomía y drenaje de
material purulento del espacio epidural. Se realizó cierre por
planos dejando un drenaje que se retiró en 72 hs. Se inició
tratamiento con cefalotina y gentamicina. El cultivo del material
purulento desarrolló Streptococcus bovis y en los hemocultivos
desarrolló en 5/5 muestras el mismo germen por lo que se rotó a
ampicilina y gentamicina. Un ecocardiograma transesofágico no
demostró vegetaciones aunque se observó engrosamiento de la
válvula aórtica y una fibrocolonoscopia no evidenció lesiones.
Evolucionó con dolor lumbar irradiado a ambos miembros inferiores
por lo que se realizó una nueva RM que mostró una imagen de
colección en la misma localización que la previa, que reforzaba
con gadolinio. Se realizó nueva laminectomía a nivel de S1
drenando material purulento por debajo del plano muscular y
resecando tejido fibroso, luego de lo cual se dejó un hemosuctor
durante 48 hs.
Pocos días después se repitió el ecocardiograma transesofágico
que mostró una vegetación en posición aórtica, por lo que se
diagnosticó endocarditis infecciosa. Se rotó a ceftriaxone
siendo los hemocultivos de control negativos.
Evolucionó con persistencia del dolor lumbar irradiado a ambos
miembros inferiores con predominio izquierdo, requiriendo
tratamiento con morfina, carbamazepina y corticoides. En la nueva
RM se observó una imagen de compresión del saco dural por un
hematoma organizado. Se consideró que no requería evacuación
quirúrgica e inició rehabilitación kinésica. En los meses
posteriores continuó requiriendo analgesia con tramadol y
paracetamol, sin presentar déficit motor asociado al mismo.
Discusión
La incidencia de infección del espacio epidural en los Estados
Unidos es de 0.5 a 1.0 por cada 10.000 internaciones, pero se cree
que su frecuencia está en aumento debido al incremento de la
drogadicción endovenosa2, 3. Desconocemos su frecuencia exacta en
nuestro medio, pero este reporte de tres casos en un período de
tiempo de dos años hace suponer que la frecuencia pueda ser
similar a la reportada.
La presentación de nuestros pacientes fue similar a la descripta
en la literatura1, 2: en ninguno de ellos se consideró el
diagnóstico antes de su internación; fueron admitidos para
investigar la causa del dolor, que en uno era a nivel cervical y
lumbar y en los otros dos configuraba un cuadro de lumbociatalgia;
en dos de ellos (casos 2 y 3) se sospechó patología discal, ya
que presentaban signo de Lasègue positivo; el caso 1 se internó
para manejo del dolor e investigación de la causa de la fiebre;
en los tres casos el dolor era permanente y su duración, desde el
inicio del síntoma hasta su internación, osciló entre cinco y
veinte días; dos de ellos tuvieron fiebre previo a su ingreso
(casos 1 y 2) y el restante no la presentó a lo largo de su
evolución. Estos datos enfatizan la necesidad de considerar al
AEE en el diagnóstico diferencial del dolor espinal, aun en
pacientes sin fiebre. El dolor a la percusión del área afectada
puede ser un signo de ayuda para el diagnóstico1. Los estudios de
laboratorio también son de ayuda para el diagnóstico
diferencial. Dos de nuestros pacientes presentaron leucocitosis
con desviación a la izquierda y los tres tenían la
eritrosedimentación acelerada.
En dos de los pacientes se encontraron alteraciones en el examen
neurológico de ingreso: el caso 1 presentaba paresia crural
derecha y el 2 hiporreflexia patelar y aquiliana con disminución
de la sensibilidad. Los síntomas y signos del AEE progresan en
cuatro estadios4: estadio 1, dolor a nivel del segmento espinal
afectado; estadio 2, dolor radicular irradiando desde el área
espinal afectada; estadio 3, debilidad motora y déficit sensorial
por debajo del nivel de la lesión, y afectación del esfínter
vesical y/o rectal; y estadio 4, parálisis. La velocidad de
progresión a través de los mismos es muy variable por lo que no
debe demorarse el inicio del tratamiento aun en pacientes
neurológicamente estables3. Nuestro caso 1 es un claro ejemplo de
esto, ya que su déficit neuro-lógico se agravó aun cuando
estaba correctamente drenado. La explicación de esta variabilidad
subyace en que la masa infectada en crecimiento produce
compresión por un factor mecánico, pero también altera la
circulación intrínseca de la médula por su tendencia a producir
trombosis vascular1.
En dos de nuestros casos el microorganismo responsable fue el S.
aureus y en el tercero el S. bovis. La puerta de entrada fue
desconocida en los casos 1 y 2, y consecutiva a endocarditis
infecciosa en el caso 3. En las distintas series el germen
predominante es el S. aureus, siendo su frecuencia entre el 45% y
el 65%1, 3, 5-7. Sin embargo, el espectro de microorganismos
responsables comprende a gérmenes gram positivos, gram negativos
y raramente anaerobios, siendo en ocasiones los cultivos
polimicrobianos. Por este motivo, debemos enfatizar la importancia
de obtener hemocultivos previo al inicio del tratamiento
antibiótico, ya que éstos son positivos en el 65% al 95% de los
casos3, 6. Asimismo, el cultivo del material quirúrgico es
positivo en el 82% al 90% de los casos y permite definir el germen
responsable en aquellos con hemocultivos negativos (caso 2). En
uno de nuestros pacientes (caso 3), el AEE se asoció con
endocarditis infecciosa. Esta asociación está descripta en la
literatura aunque es muy infrecuente3, 6, 8, 9.
En nuestros tres casos las imágenes de RM fueron diagnósticas de
AEE. Este método permitió delinear la ubicación del absceso y
su extensión, con una elevada correspondencia con los hallazgos
quirúrgicos. La sensibilidad de la RM en las distintas series es
del 90% al 95%6, 7 por lo que la mayoría de los autores considera
que es el método de elección para el diagnóstico y el
seguimiento de los pacientes7, 10, 11. Dos de nuestros pacientes
(casos 1 y 3) requirieron RM luego de la cirugía por recurrencia
de los síntomas. En aquellos pocos pacientes en los cuales la RM
está contraindicada, no fue diagnóstica, o no está disponible,
la tomografía computada con contraste intratecal o la
mielografía continúan siendo una alternativa válida.
En la mayoría de los pacientes con AEE el tratamiento
antibiótico precoz seguido de laminectomía descom-presiva y
drenaje quirúrgico amplio es de elección. Nuestros pacientes
fueron manejados con esta estrategia y el resultado fue la
recuperación neurológica. Algunos autores proponen realizar
tratamiento médico con antibioticoterapia prolongada en pacientes
seleccionados. Las condiciones para seguir esta estrategia son: 1.
Aquellos pacientes neurológicamente estables con organismo
patógeno identificado, acceso a imágenes de RM o TAC para el
seguimiento y consulta neuroquirúrgica disponible11. 2. Malos
candidatos para la cirugía. 3. Extensión del absceso que
contraindique la cirugía. 4. Parálisis completa de tres o más
días de duración9.
Creemos que los tres casos presentados demuestran la gran
variabilidad de presentación del AEE. Queremos enfatizar la
necesidad de mantener una sospecha diagnóstica elevada ya que con
los métodos de diagnóstico y tratamiento disponibles se puede
minimizar la morbimortalidad de esta patología.
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Fig. 1.– RM del caso 1: imagen sagital ponderada en T1. Se
observa una imagen isointensa que rodea «en manguito» el saco
dural de C3 a D2.
Fig. 2.– RM del caso 2: imagen sagital ponderada en T1. Lesión
heterogénea que rodea el saco dural de L2 a L5.
Fig. 3.– RM del caso 3: imagen sagital ponderada en T1 tras la
administración de gadolinio. Se observa imagen peridural anterior
en L5-S2, hiperintensa tras la administración de gadolinio, que
desplaza y comprime el fondo de saco dural.
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