MEDICINA - Volumen 58 - Nº 5/2, 1998
MEDICINA (Buenos Aires) 1998; 58:537-539

       
     

       
   

DISCURSO DEL PRESIDENTE
SOCIEDAD ARGENTINA DE INVESTIGACION CLINICA
XLIII Reunión Científica

Mar del Plata, 26 al 29 de noviembre de 1998

Discurso del Presidente de la Sociedad ARGENTINA DE INVESTIGACION CLINICA

Dr Juan José Poderoso

Estimados amigos:
Hace mas de veinte años llegué a la Reunión Anual de la Sociedad de Investigación Clínica (SAIC) para presentar una comunicación sobre sepsis y mitocondrias basada en experimentos hechos con Alberto Boveris. En aquel momento las mitocondrias estaban devaluadas porque ya se había otorgado el Premio Nobel de Química a Mitchell por la teoría quimiosmótica de la fosforilacíon oxidativa y la motivación por develar nuevas incógnitas se apagaba. Absolutamente inconsciente de los movimientos del pensamiento universal viajé a esta ciudad y me presenté, bastante atemorizado, en el Salón indicado adonde Lanari, Taquini, Agrest, Finkielman, Nahmod y otros disfrutaban de la discusión científica. Por esos misterios de la adaptación cardiovascular al estrés sobreviví a aquellos minutos y al debate posterior y , como a Lanari le pareció una buena idea en investigación clínica, me sentí muy gratificado. A partir de ese momento supe que la SAIC era mi lugar y hoy siento un gran placer en abrir la 43ª Reunión Anual y en recibirlos a todos Uds.
En esta Reunión rendimos un homenaje emocionado a Alberto Taquini y a Leonardo Satz, recientemente fallecidos. Tanto Lanari como Taquini, fundadores de la SAIC, fueron paradigmas de un modelo académico que integra la actividad asistencial con la investigación científica. Al decir de Taquini, somos “hombres de dos mundos” que intentan conciliar las dos vertientes de que se nutre la Medicina: la actitud sacerdotal y el deseo de curar, con la curiosidad y la necesidad de entender. Entender para prevenir y curar, querer y respetar a nuestros congéneres para observar y aprender, son las raices de la buena Medicina. Lamentablemente, hoy, estamos mas lejos que hace veinte años de favorecer esa síntesis. Se advierte en nuestro medio un profundo divorcio entre la actividad científica y la actividad médica. Se ignora que la repetición compulsiva de prácticas y actitudes médicas, no son suficientes para entender la realidad de los pacientes. En este contexto, los educandos aspiran cada vez más a una formación práctica que les permita solucionar los problemas, sin advertir que el pensamiento crítico y la formación científica son herramientas imprescindibles en la delicada relación con los pacientes. El saber y el entender disipan la angustia de la actividad y permiten que el médico, seguro de si y de su método pueda acercarse emocionalmente a las dificultades humanas. El pensamiento no se reemplaza con tecnología asi como, en un trabajo científico, la buena hipótesis no es generada por tener acceso a la mas sofisticada metodología.
Creo que en la Argentina, la liviandad o levedad en este campo depende de factores generales y de otros mas específicos. Es indudable que nuestra sociedad descree del pensamiento como herramienta de transformación. Ciertamente, esta afirmación es genérica y no se me escapan los esfuerzos de muchos compatriotas que, como en la SAIC, trabajan en ese sentido. Pero, la ciencia o el razonamiento son a menudo reemplazados por el deseo, la ilusión, el mito y la demanda fáctica. El poder politico de hacer cosas no quiere decir que esas cosas sean necesariamente buenas y frecuentemente, quiere decir lo contrario. La irresponsabilidad de los procesos fácticos se basa en la omnipotencia y deja librados al azar los resultados. La falta de planes y de discusiones críticas es pagada por todos e hipoteca nuestro futuro. La creatividad es sepultada en un marasmo de decisiones que responden a los intereses de la mediocridad general. Me parece que la deseada transición a un mundo de mayor respeto y estímulo a las ideas, se demora excesivamente en la Argentina.
En este contexto, la política científica no escapa a las reglas generales. La falta de dedicación exclusiva y de salarios impide la formación académica de los profesionales de la Salud que son eyectados del sistema. ¿Como puede un joven graduado asegurar su formación científica? ¿Como puede superar el divorcio entre su necesidad de saber y entender y las demandas del mercado de trabajo que le exigen solucionar los problemas en forma práctica y casi sin pensar, como los médicos de los esclavos de Platón? ¿Como superar la presión pseudocientífica de las corporaciones, la incredulidad de sus compañeros, la soberbia ignorante de sus educadores y ,en fin, la frialdad paralizante del sistema? Debemos ayudarlos entre todos. Debemos discutir, como en esta Reunión, sus deseos, sus hipótesis, debemos criticarlos, debemos convencerlos de que el debate es fructífero y que el camino es duro pero apasionante. Y debemos exigir que el sistema científico provea planes y recursos e inserte unidades de investigación y de cooperación básica y clínica en los Hospitales e Instituciones de Salud. Un aporte significativo de nuestra Sociedad es la creación de la Maestría en Investigación Clínica, que se halla en trámite final de aprobación en la Universidad de Buenos Aires.
La situación del sector científico en general es todavía precaria. La Comisión Directiva de SAIC ha respondido con una solicitada en La Nación a las inquietudes creadas en torno al conflicto suscitado en el cambio de autoridades del CONICET. Algunos hechos son auspiciosos como el otorgamiento de subsidios por parte de la Agencia para la Investigación y el Desarrollo, el mantenimiento de las becas por parte de la Universidad de Buenos Aires y la convocatoria para nuevos becarios del CONICET. En nuestras cirscunstancias, me parece preferible la multiplicidad de la oferta en estas Instituciones, que la centralización de las decisiones que a menudo estimula la endogamia, el clientelismo político y el autoritarismo.
Sin embargo, los sueldos son muy magros y someten a becarios y a investigadores a una vida excesivamente austera. Al cabo de su etapa de formación, no está asegurada la inserción en la Carrera del Investigador o en la Universidad, con lo que se sigue estimulando la emigración. En fin, el presupuesto para ciencia es extremadamente bajo lo que reafirma el escaso interés de nuestros gobernantes en el desarrollo de la actividad.
Este año, hemos trabajado en muy buena armonía con los amigos de la Sociedad Argentina de Inmunología (SAI). Esperamos que en esta Reunión se traduzca el esfuerzo realizado. En ella, hemos incluido algunas actividades un tanto diferentes, como mesas especiales con investigadores formados para que su línea y su presencia sean conocidos por los jóvenes. Asimismo, hemos convocado a investigadores extranjeros y argentinos residentes en el exterior y en nuestro medio para disertar sobre temas de actualidad. Entre los científicos extranjeros, debió acompañarnos el Dr. Louis Ignarro a quien invitamos un año antes de ser elegido Premio Nobel de Medicina 1998 junto con los Dres. Furchgott y Murad. Aunque la invitación fue certera, las circunstancias impidieron a Ignarro estar con nosotros a pesar de haber hecho todo lo posible hasta el último momento. De todos modos, el ha asegurado su presencia en la Argentina el próximo año.
Algunos comentarios de pasillo llegaron a mis oídos sobre la vitalidad de la SAIC. Es posible que con propósitos diferentes haya quienes pronosticaron una decadencia sobre argumentos endebles. Por el contrario, la respuesta a la convocatoria de SAIC y SAI ha sido amplia y recibimos mas de 500 comunicaciones que serán presentadas en sesiones coordinadas por científicos serios y con grandes conocimientos en su especialidad. Desafortunadamente, esta Reunión se hace en forma simultánea con la de la Sociedad Argentina de Investigación Bioquímica, hecho que por inusual no fue previsto y no pudo solucionarse a pesar de nuestros esfuerzos; pedimos disculpas por las dificultades que se ocasionaron a aquellos que concurren a ambos encuentros.
En lo personal, le debo gratitud a A. Stoppani, O. Fustinoni, A. Lanari, A. Boveris, A. Agrest, S. Finkielman, V. Nahmod, E. Arrizurieta, M. Barontini, A. Porrino, N. Scarimbolo y CG Del Bosco por enseñanzas, estímulos y ayuda para seguir la vocación de hombre de dos mundos.
Finalmente, quiero agradecer profundamente a la Comisión Directiva de SAIC su permanente afecto, dedicación y apoyo y la compañía de mis queridos amigos Jorge Peralta y María Cecilia Carreras y de mi familia, asi como el esfuerzo de nuestra secretaria Rosana Greco.
Asimismo, agradezco las atenciones y el trabajo fecundo de la Comisión Directiva de SAI.
Agradezco a aquellos que nos apoyaron economicamente para realizar la Reunión , a los Laboratorios y Entidades comerciales y en particular a la Fundación Perez Companc, la Universidad de Buenos Aires, la Agencia para la Promoción y el Desarrollo Científico y el CONICET.
Quiero tambien agradecer a los participantes por defender su vocación y su creatividad y en particular a los becarios y jóvenes graduados, principales destinatarios de nuestro esfuerzo; hago extensiva nuestra gratitud para todos aquellos que colaboraron en tareas de revisión de las presentaciones y a los que participan en la Coordinación de las sesiones científicas.
En estas circunstancias, quedan abiertas las actividades de la 43ª. Reunión de la Sociedad Argentina de Investigación Clínica.