MEDICINA - Volumen 57 - Nº 1, 1997
MEDICINA (Buenos Aires) 1997; 57:119-120

       
     

       
   
CITAS CON EXPLICACIONES:

Aubrey sobre el Dr. Harvey y el Dr. Butler

Juan Antonio Barcat

Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari

El juicio que el público —y los propios médicos tiene de los médicos suele no estar relacionado con sus conocimientos, habilidades o eficiencia; la moda y la irracionalidad pesan mucho en el platillo de la balanza. Cuando los médicos poco podían hacer por sus enfermos hacer nada era, la mayoría de las veces, la caridad bien entendida.
En las citas y noticias que siguen comparemos las terapéuticas y la opinión que tenían sus contemporáneos de nuestro conocido Dr. William Harvey (1578-1657) y de nuestro desconocido Dr. William Butler (1565-1618). Las citas y noticias fueron tomadas de las «Vidas Breves» de John Aubrey (1626-1697), anticuario, biógrafo, etcétera1. Para presentarlo sigamos, esta vez, al accesible Marcel Schwob (1867-1905) en el prólogo y comienzo de sus «Vidas imaginarias»2. Schwob sostiene que Aubrey tuvo instinto de biógrafo, pero que su estilo no estuvo a la altura de su concepción. Si lo hubiera estado las «Vidas breves» hubieran sido «la recreación eterna de los espíritus avisados». Tampoco estableció Aubrey —opina Schwob— la relación entre los detalles individuales y las ideas generales y nunca caracterizó suficientemente a sus desparejas celebridades, «pero cada uno de ellos tiene un rasgo único, que lo diferencia para siempre entre todos los hombres». Pero Schwob procede luego —con probidad— a citar textualmente a Aubrey en casi la mitad del prólogo, transcribe gran parte de su «Vida» de Descartes y sigue comentándolo casi tres páginas más.
Presentado Aubrey comencemos con las citas. Este fragmento es de la biografía de Harvey:

All his Profession would allow him to be an excellent Anatomist, but I never heard of any that admired his Terapeutique way. I knew severall practisers in London that would not have given 3d. for one of his Bills; and that a man could hardly tell by one of his Bills what he did aime at. (He did not care for Chemistrey, and was wont to speake against them with an undervalue)3.

Toda su profesión admitiría que era un excelente anatomista, pero nunca oí de nadie que admirara su terapéutica. Conocí algunos médicos en Londres que no hubieran dado un centavo por una de sus recetas, y que difícilmente alguien pudiera, por una de sus recetas, saber adonde apuntaba. (No le importaba la química y solía hablar contra ellos [los químicos] con menosprecio).

Aubrey conoció a Harvey a los 16 años, lo trató asiduamente desde los 25 años, lo admiraba, estuvo en su funeral y ayudó a llevarlo a la bóveda. Harvey no murió pobre; era el hijo mayor de una próspera y numerosa familia. Aubrey cuenta que murió valiendo 20.000 libras que dejó a su hermano Eliab y que, como muestra de amistad, legó 10 libras a su viejo amigo Thomas Hobbes (1588-1679).
Aubrey no conoció ni trató al Dr. Butler, nació 8 años después de muerto Butler y escribió su biografía de oídas. William Butler estaba licenciado para practicar la medicina; nunca tomó el título de Doctor aunque era el más grande médico de su tiempo, afirma Aubrey. Era un hombre de buen temperamento, un humorista; Aubrey piensa que nunca se casó. Butler no era codicioso de dinero, prefería piezas elegidas de oro o rarezas.
Veamos ahora una práctica terapéutica del Dr. Butler:

The Dr. llyeing at the Savoy, in London next to the water side, where there was a Balcony look’t into the Thames, a Patient came to him that was grievously tormented with an Ague. The Dr. orders a boate to be in readiness under his windowe, and discoursed with the patient (a Gent.) in the Balcony, when on a signall given, two or three lusty Fellowes came behind the Gentleman and threwe him a matter of 20 feete into the Thames. This surprize absolutely cured him3.

El Dr. paraba en el Savoy en Londres [no el hotel actual, que es del 1889, sino en el hospital de entonces] cerca del borde del agua, donde había un balcón mirando el Támesis, vino un paciente a verlo porque estaba atormentado por una fiebre palúdica. El Dr. ordenó que un bote estuviera listo bajo su ventana y conversó con el paciente (un caballero) en el balcón cuando, dada una señal, dos o tres tipos fuertes aparecieron detrás del caballero y lo arrojaron unos 6 metros hasta el Támesis. Esta sorpresa lo curó absolutamente.

Las vidas profesionales de Harvey y Butler coincidieron por unos 10 años, tal vez se hayan conocido y tratado ¿qué habrá opinado uno del otro?
Nunca faltó el histrionismo en la práctica médica, el Dr. Butler no es la excepción. No cuesta imaginarse lo que pensarán de nosotros, dentro de unos 350 años, si encuentran una historia de la cirugía de los transplantes que refiere, por ejemplo, que Denton Cooley no creía que valiera la pena ir al hospital si no tenía, por lo menos, 10 pacientes para operar y que de los 17 transplantes cardíacos que hizo en 1968 sólo 3 sobrevivieron más de 6 meses4. O —si sobrevive para entonces algún periódico— esta anécdota, atribuida a Michael De Bakey, en la que el gran cirujano, después de 11 intervenciones, sale al pasillo del hospital y pregunta con ironía: «¿Alguien más por ahí quiere una operación?»5.

Dirección postal: Juan Antonio Barcat. Instituto de Investigaciones Médicas Alfredo Lanari, Donato Alvarez 3150, 1427 Buenos Aires, Argentina.

Bibliografía

1. Barcat JA. Cita con explicaciones. Aubrey sobre Boyle. Rev Asoc Bioq Arg 1996; 60: 169-70.
2. Schwob M. Vidas imaginarias («Vies imaginaires», 1896); traducción de J. Pérez Millán; prólogo de JL Borges, Buenos Aires: 1985. pp 11-20.
3. Aubrey J. Aubrey’s Brief Lives. Edited by OL Dick, with a foreword by E Wilson. Ann Arbor: The University of Michigan Press, 1985. pp 128-133 (Harvey), 48-50 (Butler).
4. Porter R. The new body-snatchers. Times Literary Supplement: August 23, 1996. (No. 4873), p 36.
5. Barone O. Puerto Libre. Con el corazón en la mano. La Nación: Noviembre 10, 1996, Sección 7, p 5.