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El significado
pronóstico de la elevación de la proteína C reactiva en la
cardiopatía isquémica
Oscar Bazzino, Eugenia
Natale
Servicio de Cardiología, Hospital Italiano de Buenos Aires,
El infarto agudo de miocardio y la angina inestable se desencadenan
como consecuencia de la oclusión de un vaso coronario por un trombo
superpuesto a una placa aterosclerótica coronaria fisurada o
erosionada1, 2. Hasta recientemente la arteriosclerosis había sido
considerada como una enfermedad de naturaleza esencialmente
metabólica; sin embargo, sabemos ahora que en el desarrollo de la
placa está involucrado un fenómeno inflamatorio precediendo a la
ruptura endotelial (la placa grasa inicial es una lesión inflamatoria
con infiltrado de monocitos y linfocitos T). Estas alteraciones
inflamatorias pueden jugar un papel desencadenante y/o perpetuador de
los fenómenos descriptos.
La inflamación es una respuesta inespecífica que puede ser evocada a
nivel de las arterias coronarias por múltiples factores como las
partículas LDL aumentadas y modificadas, los radicales libres, la
hipertensión arterial, la diabetes, alteraciones genéticas o la
elevación de la homocisteína en plasma. Hay también datos
indirectos sugestivos de que infecciones con Helycobacter pylori,
Chlamydia pneumoniae, virus Herpes o citomegalovirus pueden participar
de la patogenia de la aterosclerosis. Estos agentes pueden alterar la
adhesividad del endotelio para los leucocitos o plaquetas y estimular
su actividad procoagulante y vasoconstrictora.
Uno de los aportes más interesantes de las investigaciones sobre la
inflamación en la cardiopatía isquémica ha sido el descubrimiento
del significado pronóstico de ciertos marcadores de inflamación como
la Proteína C Reactiva (PCR) una proteína plasmática cuya
concentración puede aumentar hasta 1.000 veces durante los procesos
inflamatorios. El significado pronóstico de la PCR se ha observado
tanto en pacientes sin evidencias clínicas de cardiopatía isquémica
activa, como en aquellos que se presentan con un síndrome isquémico
agudo del tipo de la angina inestable.
En cuanto al primero de ambos escenarios, los datos más provocativos
provienen de estudios caso-control retrospectivos. En 543 médicos
sanos que formaron parte del Physician’s Health Study, Ridker y
col.3 demostraron que los pacientes con valores de PCR en el cuartilo
superior normal tuvieron mayor riesgo subsecuente de infarto y
accidente cerebrovascular. El valor pronóstico de la PCR fue
significativo en el análisis univariado y subsistió luego del ajuste
por los marcadores de riesgo tradicionales. El análisis de las curvas
de sobrevida estratificado por el tratamiento con aspirina o placebo,
demostró que la reducción de riesgo por aspirina se concentró en
los pacientes con valores de PCR en el cuartilo superior normal. En
otro subanálisis del mismo estudio, se observó una interacción
entre el significado pronóstico de los niveles de PCR y el de los
lípidos: los pacientes con PCR en el tercilo alto normal y colesterol
en el tercilo superior, quintuplicaron el riesgo de infarto respecto
de los pacientes con niveles de colesterol en el tercilo inferior4.
Finalmente, en el estudio CARE, el análisis estratificado según
tratamiento (pravastatin vs placebo) reveló que los pacientes con
mayor riesgo resultaron aquéllos con PCR en el quintilo superior
asignados a placebo (RR 2.81, p = 0.0007), en tanto que la asociación
entre PCR y riesgo se atenuó y dejó de ser significativa en el grupo
tratado con pravastatina5. A partir de estas observaciones es posible
suponer que el nivel de PCR puede modular la eficacia de dos
importantes terapéuticas preventivas: la aspirina y los inhibidores
de la 3-hidroxi-3-metilglutaril reductasa de la coenzima A.
Es necesario valorar los resultados analizados con cierta cautela.
Estos estudios se basan exclusivamente en el riesgo relativo, ya que
por su diseño de tipo caso-control no son apropiados para calcular el
riesgo absoluto. Sin embargo, para el médico responsable de las
decisiones clínicas el riesgo absoluto es más importante que el
riesgo relativo para establecer la utilidad clínica de un marcador
pronóstico. Para incorporar la PCR en la práctica clínica como un
marcador pronóstico independiente, sería conveniente disponer de
mayor evidencia epidemiológica proveniente de estudios prospectivos.
En una proporción significativa de pacientes la aparición de un
infarto de miocardio no se explica adecuadamente con los factores de
riesgo tradicionales. El atractivo de los nuevos marcadores humorales
reside en la posibilidad de incrementar la precisión pronóstica de
los marcadores clínicos y de laboratorio tradicionales. Los estudios
observacionales analizados son estimulantes en este sentido y la
posible interacción de los marcadores de inflamación con otros
marcadores de riesgo como el colesterol, o con terapéuticas como la
aspirina, acrecienta dicho interés.
El otro escenario en el que se ha analizado el significado pronóstico
de la PCR es la angina inestable. Liuzzo y col6 compararon el nivel de
dos reactantes de fase aguda, la PCR y el amiloide A, en pacientes con
angina inestable y niveles normales de troponina T y CK MB en la
admisión, otro grupo con angina crónica estable y un tercero con
infarto agudo de miocardio. En la admisión, la PCR estaba elevada por
encima de los valores normales (0.3 mg/dl), en 65% de los pacientes
con angor inestable, 13% de las anginas estables y 76% de los
pacientes con infarto. Aunque el aumento de PCR no se correlacionó
con la severidad angiográfica de la coronariopatía, entre los
pacientes con PCR anormal se observaron más eventos isquémicos en el
hospital. En un subestudio del ensayo TIMI 11B, Morrow y col.7
observaron que la mortalidad a 14 días de 437 pacientes con angina
inestable o IAM no Q, fue mayor en pacientes con PCR en la admisión
hospitalaria por encima de 1.5 mg/dl (5.6% vs 0.3%, p = 0.001). En el
estudio FRISC8, se demostró una asociación significativa entre el
nivel inicial de PCR y la mortalidad a 5 meses en 965 pacientes con
angina inestable o IAM no Q. La persistencia de niveles altos de PCR
en el momento del alta ha demostrado un valor pronóstico consistente.
En el estudio de Biasucci y col.9 el pronóstico fue peor entre los
pacientes dados de alta con PCR mayor de 0.3 mg/dl. En un estudio de
nuestro centro10, el nivel de PCR resultó un marcador pronóstico
independiente en el seguimiento a 90 días, y la persistencia de PCR
elevada (> 1.5 mg/dl) en el momento del alta se asoció a un
pronóstico alejado adverso. En otro estudio reciente11 en pacientes
con angina inestable estabilizados médicamente, el valor pronóstico
de la PCR por encima de 1.5 mg/dl en el momento del alta del hospital,
fue superior al de la isquemia inducida por ejercicio o dobutamina
para identificar a los pacientes con peor evolución ulterior. El
papel de las pruebas inductoras de isquemia por ejercicio o estímulo
farmacológico es discutido. Estas pruebas exploran la reserva
coronaria, pero en la angina inestable la trombosis aguda sobre placas
poco obstructivas, puede explicar la aparición de nuevos eventos
isquémicos aunque la reserva coronaria sea normal. La elevación
sostenida de PCR parece ser un indicador de inestabilidad persistente
a nivel de la placa accidentada y por lo tanto puede ser un mejor
indicador pronóstico luego de la estabilización de la angina por el
tratamiento médico. El nivel de PCR también demostró valor
pronóstico luego de la angioplastia coronaria utilizada para el
tratamiento de la angina inestable12. En un subgrupo de 447 pacientes
tratados con placebo en el ensayo capture (angioplastia y abciximab en
la angina refractaria), la PCR pre-procedimiento fue predictor
independiente en el seguimiento a 6 meses, tanto en presencia de TnT
elevada como normal.
La elevación de los distintos marcadores se produce por diferentes
mecanismos, y por lo tanto es posible utilizarlos en forma combinada.
En diversos ensayos la PCR demostró valor pronóstico aditivo al de
las Troponinas. El más reciente reporte en tal sentido corresponde al
grupo FRISC, en el que se observó que la combinación de PCR y
Troponina resultó superior a cada uno de ellos aisladamente13.
No obstante, el significado de la elevación de estos marcadores no
está suficientemente comprendido, ya que persisten varios
interrogantes sin resolver. En primer lugar, no es claro si la
inflamación es simplemente una consecuencia o tiene un papel activo
en la patogenia de la angina inestable. La respuesta al tratamiento
anti-inflamatorio podría resolver este interrogante, pero
lamentablemente existe poca información al respecto. En el estudio
Muna14, 166 pacientes con angina inestable fueron sometidos a
tratamiento con metilprednisolona durante 48 hs, pero el tratamiento
activo no tuvo impacto clínico respecto al placebo en el seguimiento
a 30 días. Es interesante que los niveles de PCR disminuyeron
significativamente durante el tratamiento con metilprednisolona,
confirmando la acción antiinflamatoria de este agente. El estudio
Muna tiene varias limitaciones y por su tamaño sólo puede
considerarse un estudio piloto. Sólo ensayos en mayor escala podrían
dar respuestas más definitivas respecto de la eficacia del
tratamiento antiinflamatorio de la angina inestable.
Tampoco es claro si el sitio de origen de la inflamación se ubica
sólo en las adyacencias de la placa arteriosclerótica coronaria, o
también en el miocardio o en sectores extracardíacos. En pacientes
libres de historia previa de cardiopatía isquémica es llamativo que
los valores asociados a peor pronóstico consistan en pequeñas
«elevaciones» dentro del rango superior de niveles que han sido
considerados normales hasta la actualidad. Este hallazgo sugiere la
existencia de un estímulo pro-inflamatorio sostenido que podría
originarse en distintos sectores del sistema arterial y estar
vinculado a condiciones protrombóticas crónicas como los factores de
riesgo cardiovascular. Además, la asociación que se ha observado
entre el nivel de PCR y el índice de masa corporal refleja
probablemente la importancia del tejido adiposo como fuente de
citoquinas o PCR.
Por el contrario, en los pacientes con angina inestable los valores
que se asocian a peor evolución no sólo experimentan grandes cambios
durante la fase aguda, sino que superan ampliamente el límite máximo
normal (en algunos estudios los puntos de corte se ubican en un rango
3 a 4 veces superior a dicho límite). Estas notables elevaciones y
variaciones de la PCR en la angina inestable sugieren la existencia de
un estímulo inflamatorio mucho más potente y agudo que el existente
en pacientes sanos, y podrían indicar un mayor papel de la necrosis
miocárdica como origen de la inflamación. En el estudio de Morrow y
col.7 se observó muy buena correlación entre los niveles de
Troponina y los de PCR. El problema es explicar los valores altos de
PCR en presencia de Troponina normal que se han observado en varios
estudios de angina inestable. Aunque el hallazgo de niveles normales
de Troponina es un buen argumento para deslindar la presencia de
necrosis miocárdica, no puede descartarse la posibilidad de que la
PCR constituya un marcador más sensible de necrosis que las
troponinas. Alternativamente, es provocativo especular con la
posibilidad de que la PCR sea un marcador de injuria severa en
ausencia de necrosis. La hipótesis podría esquematizarse del
siguiente modo:
De confirmarse esta hipótesis, la combinación de múltiples
marcadores permitiría una mejor caracterización del compromiso
miocárdico durante un evento isquémico, y consecuentemente
aportaría mayor precisión al pronóstico.
Aunque la estratificación de riesgo en la angina inestable comienza
con la valoración clínica, la precisión de los predictores
clásicos es limitada15. Los nuevos marcadores humorales agregan
información fisiopatológica y pronóstica de importancia, y pueden
contribuir a una mejor identificación de pacientes candidatos a
distintas terapéuticas.
Dirección postal: Oscar Bazzino, Eugenia Natale. Servicio
de Cardiología, Hospital Italiano de Buenos Aires, Gascón 450, 1181
Buenos Aires
e-mail: obazzino@hitalba.edu.ar
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PCR Troponina CPK
Miocardio normal o isquémico normal normal normal
Injuria severa elevada normal normal
Micronecrosis elevada elevada normal
Macronecrosis elevada elevada elevada
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