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CONTROL DE LA TRANSMISION CONGENITA DE T. CRUZI PROBLEMATICA
DE LA ENFERMEDAD DE CHAGAS EL CONTROL DE LA TRANSMISION CONGENITA DE TRYPANOSOMA CRUZI EN LA ARGENTINA Sonia B. Blanco1, Elsa L. Segura2, Ricardo E. Gürtler2, 3 1 Servicio Nacional de
Chagas, Córdoba; 2 Administración Nacional de Laboratorios e
Institutos de Salud (ANLIS) Dr. Carlos G. Malbrán, Buenos Aires; 3
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, Universidad de Buenos Aires Resumen La transmisión vertical de Trypanosoma cruzi ha ido aumentando su importancia relativa a medida que la transmisión vectorial y transfusional han sido y son crecientemente controladas. La transmisión vertical de T. cruzi no puede ser prevenida, pero el diagnóstico y tratamiento oportuno de la infección congénita alcanza curas cercanas al 100%. En la Argentina, el Subprograma de Control de la Mujer Embarazada estudió 58.196 mujeres de 13 provincias en 1997 y halló un 9% con seropositividad a T. cruzi. A pesar de tan altas tasas de prevalencia maternal por T. cruzi, sólo una pequeña proporción de los recién nacidos vivos de madre infectada contrae la infección. La probabilidad de transmisión vertical fue del 1.9% (rango: 0.1% al 3.5%) en estudios realizados en los ‘70, y del 2.5% (rango: 0.7% al 10.4%) en otros realizados en los ‘70-‘80. Otros estudios recientes en Argentina estimaron la probabilidad de transmisión en 2.6%-6.7%, pero estudios en Paraguay llegaron a estimar un 10.5% por PCR o serodiagnóstico. La técnica del microhematocrito es el método parasitológico de elección para el diagnóstico de la infección congénita. El serodiagnóstico rutinario que detecta IgG contra T. cruzi sólo es útil luego de los 6 meses de edad del bebé. La detección de IgM específica mediante antígenos recombinantes y el PCR constituyen excelentes alternativas, pero resta considerar su factibilidad desde un punto de vista operacional y de costo-efectividad en las áreas endémicas afectadas. En un proyecto piloto realizado en la Maternidad Nuestra Señora de la Merced en la ciudad de Tucumán entre 1992-1994, la mayoría de los casos congénitos fueron asintomáticos y se los diagnosticó mediante el microhematocrito, pero hubo un número de casos que sólo pudieron ser detectados más tardíamente como producto del seguimiento parasitológico y/o serológico. De un total de 32 niños infectados por T. cruzi tratados con nifurtimox o benznidazol, 30 negativizaron su microhematocrito y serodiagnóstico entre 6 meses y 2 años post-tratamiento. La magnitud de la transmisión congénita, y la morbilidad y mortalidad asociada a ella, justifican con creces el esfuerzo necesario para detectar la infección por T. cruzi en las madres y sus bebés. Este proyecto demostró que la transmisión congénita de T. cruzi puede ser controlada éxitosamente a una escala provincial por medio de un programa específico inserto en el sistema de atención primaria de salud. Su metodología fue luego extendida a otras provincias. La transmisión congénita del T. cruzi claramente representa un problema de salud pública en áreas que en el pasado eran de transmisión activa, aún años después de hallarse bajo vigilancia epidemiológica. Abstract Control of congenital transmision of Trypanosoma cruzi in Argentina. The vertical transmission of Trypanosoma cruzi has been augmenting its relative importance as vector and transfusion-mediated transmission routes have been, and continue to be, increasingly controlled. The vertical transmission of T. cruzi cannot be prevented, but early detection and treatment of congenital infection achieve cure rates close to 100%. In Argentina, the Subprogram of Control of Pregnant Women examined 58,196 women from 13 provinces in 1997 and found a 9% seropositivity to T. cruzi. In spite of such high maternal prevalence rates of T. cruzi, only a small proportion of live newborns to infected mothers acquires the infection. The probability of vertical transmission was 1.9% (range: 0.1% to 3.5%) in surveys carried out in the ‘70s, and 2.5% (range: 0.7% to 10.4%) in others conducted in the ‘70-‘80s. Other more recent studies in Argentina estimated the probability of transmission in 2.6%-6.7%, but studies from Paraguay estimated 10.5% by PCR or serodiagnosis. The microhematocrit technique is the recommended parasitologic method to detect congenital infection. Routine serodiagnosis that detects IgG against T. cruzi is only helpful after the newborn reaches 6 months of age. Detection of specific IgM using recombinant antigens and PCR constitute excellent alternatives, but their feasibility from operational and cost-effective viewpoints in affected endemic areas remains to be considered. In a longitudinal project carried out in Maternidad Nuestra Señora de la Merced in the city of Tucumán between 1992-1994, the majority of congenital cases were asymptomatic. They were diagnosed through the microhematocrit technique, but a number of cases could only be detected later as a result of the parasitological and/or serological follow-up. Of a total of 32 newborns infected with T. cruzi who were treated with nifurtimox or benznidazole, 30 had a negative microhematocrit and serodiagnosis between 6 months and 2 years post-treatment. The magnitude of congenital transmission, and its associated morbidity and mortalidad, largely justify the efforts needed to detect T. cruzi infection in the mothers and newborns. This project demonstrated that the congenital transmission of T. cruzi can be succesfully controlled at a provincial scale through a specific program inserted in the primary health care system or at the first level of attention. The congenital transmission of T. cruzi clearly represents a public health problem in areas that in the past were of active transmission, even years after being under entomologic surveillance.
Dirección postal: Dra. Sonia B. Blanco, Servicio Nacional de Chagas, 9 de julio 563, 5000 Buenos Aires, Argentina. Fax: (54)0351-4223540 E-mail soniablanco@arnet.com.ar
Magnitud de la transmisión vertical La transmisión vertical de Trypanosoma cruzi ha ido aumentando su
importancia relativa a medida que la transmisión vectorial y
transfusional han sido y son crecientemente controladas1, 2. La
transmisión vertical de T. cruzi no puede ser prevenida, porque las
drogas actualmente disponibles para el tratamiento específico de las
mujeres embarazadas infectadas por T. cruzi, el nifurtimox (LampitR,
Bayer) y el benznidazol (RadanilR, Roche), son tóxicas, y además se
desconocen sus efectos en la mujer en edad reproductiva o embarazada.
Es así que la transmisión vertical se plantea a futuro como una
fuente continua de recién nacidos infectados aún cuando se halla
eliminado completamente al vector y la transmisión transfusional. Probabilidad de transmisión vertical A pesar de tan altas tasas de prevalencia maternal por T. cruzi, sólo una pequeña proporción de los recién nacidos vivos de madre infectada contrae la infección. La probabilidad de transmisión vertical también ha sido extremadamente variable entre países y áreas geográficas por causas que se desconocen. A partir de una revisión para Argentina6 en la década de los 70, es posible calcular que la probabilidad mediana de transmisión fue del 1.9%, con un rango que iba del 0.1% al 3.5%. Una revisión más reciente realizada por Freilij et al.4 para 1970-1980 arroja una mediana del 2.5%, con un rango del 0.7% al 10.4%. Otros estudios recientes en Argentina estimaron la probabilidad de transmisión en 4.0% en Jujuy7, 2.6% en Santa Fe8, y 5.3% en la Ciudad de Buenos Aires9. En la Maternidad de Nuestra Señora de la Merced, en la ciudad de Tucumán, Saleme et al.10 estimaron la probabilidad de transmisión en 2,5% a principios de los 70, mientras que Blanco et al. (resultados no publicados) hallaron un 6.7% de transmisión entre 315 recién nacidos de madres seroreactivas utilizando la técnica del microhematocrito, pero se detectaron casos adicionales productos del seguimiento. En 6 provincias del área endémica argentina, se detectó un 2,9% de casos congénitos entre 2.357 bebés de madres infectadas por T. cruzi en 1997, con un rango que iba del 0,5% en Formosa al 5.6% en La Rioja5. También se registró una gran variabilidad en la probabilidad de transmisión vertical desde madres seroreactivas en Brasil (10.5% en niños que pesaron menos de 2 kg y mortinatos)11, Paraguay (10.5%) utilizando la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) o serodiagnóstico para IgG e IgM12, Bolivia (2%-21%), dependiendo del peso del recién nacido13, Chile (18.8%)14, y Uruguay (1.6%)14. Es interesante observar que a medida que transcurre el tiempo y se perfeccionan las técnicas de diagnóstico, aumenta el valor medio estimado para la probabilidad de transmisión y su rango de variabilidad entre estudios. Debido a la heterogeneidad metodológica, es difícil comparar las estimaciones de distintos estudios y poder aseverar que existe una variación geográfica en la probabilidad de transmisión congénita, como a menudo se ha sugerido. Un estudio multicéntrico bajo un protocolo estandarizado permitiría avanzar en la identificación de los determinantes de la transmisión vertical del T. cruzi. Diagnóstico de la infección congénita El diagnóstico y tratamiento de la infección congénita aumentan
la probabilidad de curación cuanto más temprano es el tratamiento4,
15. La detección directa de T. cruzi en el recién nacido se logra
más frecuentemente por la técnica del microhematocrito (o
micro-Strout) que por el examen de la sangre a fresco16. Otros
métodos que también revelan la presencia del parásito son el
hemocultivo y el xenodiagnóstico, pero ambos requieren más
infraestructura y los resultados recién se hallan disponibles a los
30 o 60 días de la obtención de la muestra. El examen
histopatológico de la placenta ha sido más sensible que el
microhematocrito en un estudio17, aunque a veces las placentas
presentan nidos de amastigotas pero los recién nacidos no se hallan
infectados por T. cruzi, y viceversa6. Además, el examen
histopatológico de la placenta es más costoso y demanda más tiempo
que los otros métodos directos, y sus resultados también se obtienen
luego que el bebé y su madre ya han dejado la maternidad. Tanto el
hemocultivo, el xenodiagnóstico, y el examen histopatológico de la
placenta son poco factibles en las maternidades públicas que atienden
las áreas afectadas, normalmente con poca infraestructura
diagnóstica y sobrecargadas de trabajo. Por lo tanto, el
microhematocrito sigue siendo la técnica de elección para lograr un
diagnóstico parasitológico rápido. Clínica y tratamiento de la infección congénita Las manifestaciones clínicas de la infección congénita varían
entre regiones geográficas, desde bebés prematuros con síntomas
severos (meningoencefalitis, miocarditis, neumonitis y megavísceras)
y alta tasa de mortalidad10, 25, hasta bebés asíntomáticos u
oligosintomáti- cos3, 4. En Córdoba, la mayoría de los casos
congénitos eran asintomáticos15. Muchos de estos casos posiblemente
pasen desapercibidos a menos que el cuerpo médico se halle alerta y
emplee métodos diagnósticos adecuados. En nuestra experiencia en la
Maternidad de Tucumán, un 40% de los casos congénitos no tenían
síntomas de la enfermedad de Chagas. Entre los casos sintomáticos,
la manifestación más frecuente fue la hepatomegalia o la
hepatoesplenomegalia, pero también hubo un caso de paro cardíaco,
dos casos de bloqueo incompleto, y un caso de meningoencefalitis. Hubo
al menos un óbito atribuido a la enfermedad de Chagas sobre bases
clínicas: un bebé de 3 meses que fue tardíamente llevado al
control. Aún bajo la incertidumbre de la real causa de muerte de este
bebé y de otros casos más dudosos, constituyen un llamado de
atención acerca de las consecuencias que pueden acarrear las
infecciones congénitas de T. cruzi no diagnosticadas o no tratadas a
tiempo. Una estimación arroja que un 50% de los bebés prematuros
mueren a consecuencia de la infección por T. cruzi.14. La magnitud de
la transmisión congénita, y la morbilidad y mortalidad asociada a
ella, justifican con creces el esfuerzo necesario para detectar la
infección por T. cruzi en las madres y sus bebés. El Programa de control de la transmisión congénita en Argentina En la mayoría de los países endémicos para la enfermedad de
Chagas no existe un tamizaje prenatal de la mujer embarazada ni un
diagnóstico de los recién nacidos en cuanto a su infección por T.
cruzi. En el Cono Sur, por ejemplo, además del esfuerzo pionero de la
Argentina, sólo Chile cuenta con programas específicos de control de
la transmisión congénita, aún en una etapa piloto. Bittencourt3,
entre otros, ha enfatizado la necesidad de crear dichos programas. Con
este objetivo se desarrolló un plan piloto en la Maternidad de
Nuestra Señora de la Merced en 1992 que luego se expandió a través
del sistema de atención primaria de salud de la Provincia de Tucumán
hasta fines de 1994. Se prepararon manuales de procedimientos y se
entrenaron a los médicos, bioquímicos, enfermeras, y técnicos en su
uso26. También se realizó el examen de las embarazadas y sus recién
nacidos en un total de 37 Centros de Atención Primaria y Centros de
Atención de la Comunidad. Las embarazadas que acudían a la consulta
a la Maternidad o los Centros eran examinadas clínicamente, se
registraban sus datos personales, y se les realizaba el
serodiagnóstico para Chagas, además de otros análisis de rutina.
Las embarazadas que resultaban seroreactivas para T. cruzi recibían
un carnet con los resultados, información adicional sobre el Mal de
Chagas, y fechas para llevar a su bebé al control. El carnet alertaba
sobre la posibilidad de que el niño se infecte con T. cruzi, y
enfatizaba la importancia de las visitas de control para diagnosticar
la infección y comenzar el tratamiento en forma temprana. Bibliografía 1. Segura EL, Perez AC, Yanovsky JF, Andrade J, Martini GJW.
Decrease in the prevalence of infection by Trypanosoma cruzi (Chagas’
disease) in young men of Argentina. Bull Pan Am Health Organ 1985; 79:
252-64.
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