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CHAGAS TRANSFUSIONAL EN LAS AMERICAS
PROBLEMATICA DE LA ENFERMEDAD DE CHAGAS
Simposio internacional. Academia Nacional de Medicina.
Buenos Aires, 19-20 abril 1999
RIESGO DE LA ENFERMEDAD DE CHAGAS A TRAVES DE LAS TRANSFUSIONES EN LAS AMERICAS
GABRIEL A. SCHMUÑIS
Oficina Sanitaria
Panamericana/Organización Mundial de la Salud, Washington DC, EE.UU.
Key words: Chagas disease, transfusion
Resumen
La
seguridad de la transfusión sanguínea depende tanto de la existencia
en el país de leyes, decretos y/o reglamentos que norman la
obtención, producción y uso de sangre y derivados y la decisión
gubernamental de hacerlos cumplir, como de profesionales de salud
capacitados para obtener sangre y producir hemoderivados imbuidos de
los conceptos de garantía de calidad total en la obtención,
producción y uso de los mismos. Con la excepción de El Salvador y
Nicaragua, todos los países latinoamericanos poseían leyes, decretos
y/o regulaciones que regían la producción y el uso de sangre en
1998. Las penurias económicas en América latina han estimulado la
emigración a las zonas urbanas en las seis últimas décadas. Como
consecuencia, más del 60% de la población vive actualmente en las
ciudades, lo que aumenta la probabilidad de infección por T. cruzi en
donantes de sangre. Mientras no se descarte la sangre de los donantes
infectados, existirá la posibilidad de transmitir la infección por
medio de la transfusión. Asimismo, la infección transfusional por T.
cruzi es un problema potencial en los países desarrollados, ya que
decenas de miles de latinoamericanos han emigrado a los Estados
Unidos, Canadá, los países de Europa Occidental, Australia o Japón.
Cuando no se lleva a cabo la serología para T. cruzi en los donantes,
el riesgo de recibir una unidad infectada se incrementará cuanto
mayor sea la prevalencia de la infección en la población de donantes
y el número de transfusiones recibidas por el receptor. En 1993, el
riesgo mayor de recibir unidad infectada y de infectarse con T. cruzi
estaba en Bolivia, seguido de Colombia, El Salvador y Paraguay. Como
la cobertura de la serología para VIH fue casi universal, la
probabilidad de recibir una unidad infectada o de infectarse, fue baja
para todos los países. La probabilidad fue mayor para HVB, sobre todo
en Bolivia, Nicaragua y Guatemala; y aún mayor para HVC, debido a la
baja cobertura del tamizaje de donantes. En números absolutos, el
país donde se transmitieron más casos potenciales de infección por
T. cruzi fue Bolivia; mayor número de casos de HVC, en Colombia; y
más casos de HVB, en Nicaragua. Sólo en dos países, Bolivia y
Colombia, existiría el potencial de transmitir VIH por medio de la
transfusión. Si bien la situación ha mejorado desde 1993, y al 100%
de los donantes se les lleva a cabo la serología para T. cruzi en
Argentina, Colombia, Ecuador, El Salvador, Honduras, Paraguay, Uruguay
y Venezuela, el éxito sólo estará asegurado cuando los gobiernos
hagan cumplir la ley; los donantes sean voluntarios altruistas; al
100% de los donantes se les realice serología para las enfermedades
transmisibles; la obtención, procesamiento y uso de la sangre se haga
siguiendo estrictas normas de control de calidad; los reactivos usados
en el diagnóstico sean adecuados; y se limite el uso de sangre y
hemoderivados a cuando sea absolutamente necesario.
Abstract
Risk of
Chagas disease through transfusions in the Americas. The safety of
blood transfusion depends on a country’s laws, decrees and/or
regulations concerning the collection, production and use of blood and
blood derivatives. It also needs governmental enforcement of those
instruments, as well as trained health professionals to obtain blood
and produce blood derivatives, following total quality control
procedures both at collection and production, and use. By 1998, all
Latin American countries had laws, decrees and/or regulations that
governed the production and use of blood, with the exception of El
Salvador and Nicaragua. During the past six decades, economic need in
Latin America has promoted migration to urban areas. Consequently, at
present time, more than 60% of the population live in cities, which
increases the probability of finding blood infected by Trypanosoma
cruzi among donors. Unless all the blood from infected donors is
discarded, the possibility of transmitting infection by transfusion
remains. Moreover, infection by T. cruzi through transfusion is a
potential problem in developed countries, now that tens of thousands
of individuals from Latin America have migrated to the United States,
Canada, western Europe, Australia and Japan. When donors are not
screened for T. cruzi, the risk of transfusing infected blood is
greater at higher prevalence rates of infection in the donor
population; it also increases with the number of transfusions received
by the recipient. In 1993, Bolivia presented the highest risk of
receiving infected blood and becoming infected with T. cruzi; this
country was followed by Colombia, El Salvador and Paraguay. As the
coverage of HIV screening became almost universal, the probability of
receiving blood infected by HIV and becoming infected was low in all
countries. In the case of hepatitis B (HVB), the highest probability
of infection was in Bolivia, Nicaragua and Guatemala. This probability
was even greater for Hepatitis C (HVC), given the low coverage of
donor screening in all countries. In absolute numbers, the highest
potential for occurrence of cases of T. cruzi infection were present
in Bolivia, the greatest number of HVC cases in Colombia, and the most
cases of HVB in Nicaragua. Only in two countries, Bolivia and
Colombia, HIV could be potentially transmitted by blood transfusion.
Although the situation has improved since 1993, and 100% of donors are
being screened for T. cruzi in Argentina, Colombia, Ecuador, El
Salvador, Honduras, Paraguay, Uruguay and Venezuela, success will only
be assured by: total enforcement of the law by governments;
implementation of altruistic and volunteer blood donations,
exclusively; 100% of donors are screened for communicable diseases;
the collection, processing and use of blood strictly follow quality
control norms; reagents used in diagnosis are adequate, and the use of
blood and blood derivatives is limited to cases where it is only
absolutely necessary.
Dirección postal: OPS/ WHO, 525 Twenty third Street N.W.
20037 Washington DC, USA. Fax: (202) 974-3688 E-mail: schmunig@paho.org
La seguridad de la transfusión sanguínea depende de diversos
factores. Desde la existencia en el país de leyes, decretos o
reglamentos que norman la obtención, producción y uso de sangre y
derivados y la decisión gubernamental de hacerlos cumplir, hasta
profesionales de salud capacitados para obtener sangre y producir
he-moderivados imbuidos de los conceptos de garantía de calidad total
en la obtención, producción y uso de los mismos.
Como la sangre es un producto biológico cuyo origen son otros
individuos, éstos deben ser seleccionados entre la población
potencialmente más sana, por sobre todo, los donantes voluntarios
altruistas. Con el fin de prevenir aún más la transmisión de
enfermedades por la transfusión, la selección de donantes se
completará con la realización de pruebas que permitan eliminar a los
donantes positivos con los marcadores de las enfermedades
potencialmente transmitidas por esa vía. Por supuesto, para que los
resultados de las pruebas serológicas sean correctos, no sólo deben
ser realizadas con destreza, sino que los reactivos utilizados deben
cumplir con los requisitos de sensibilidad y especificidad que
aseguren que la unidad transfundida no posee un agente infeccioso. La
sensibilidad debe acercarse lo más posible o ser del 100%, de tal
manera de prevenir la existencia de pruebas con resultados falsos
negativos, y aceptándose que disminuya la especificidad de la misma.
Por último, la seguridad de la transfusión dependerá de lo acertada
que sea la indicación del producto sanguíneo que se prescriba.
Con la excepción de El Salvador y Nicaragua, todos los países
latinoamericanos contaban leyes, decretos o regulaciones que regían
la producción y uso de sangre en 1998. Sin embargo, no todos los
países tenían funcionando un sistema de vigilancia sanitaria que
asegurara el cumplimiento de las leyes, decretos o regulaciones
existentes.
En relación con la prevención de las enfermedades transmitidas por
la transfusión, ya a principios de la década de 1980, se realizaban
en los países pruebas serológicas para detectar y descartar a
unidades provenientes de donantes positivos para los marcadores de
sífilis (prueba de VDRL) y hepatitis B (HBsAg). Sólo en unos pocos
países, sin embargo, era obligatoria la detección de anticuerpos
anti-Trypanosoma cruzi para el descarte de los donantes positivos
(Argentina, Brasil, Honduras, Uruguay y Venezuela). Con la excepción
de Venezuela, no existía información sobre el número de donantes en
todo el país ni en cuántos de ellos se realizaba el tamizaje
serológico para T. cruzi u otras enfermedades transmitidas por la
transfusión.
El reconocimiento de que el HIV virus del SIDA se transmitía por la
transfusión, estimuló a que los países incrementaran su
preocupación por las enfermedades transmitidas por esa vía, desde
mediados hasta fines de la década de 1980. Lo mismo ocurrió cuando
se descubrió que el virus de la hepatitis C era el agente causal de
la hepatitis no A y no B, y aparecieron en el mercado reactivos
capaces de diagnosticarlo.
Otro elemento que contribuyó a reafirmar la importancia de las
enfermedades transmitidas por la transfusión fue el rol de los medios
de comunicación masiva. Estos diseminaron ampliamente los errores que
ocurrían tanto en los países desarrollados como en los en vía de
desarrollo, y algunos de los responsables terminaron en la cárcel.
Los juicios al Estado y a los profesionales de salud por la iatrogenia
que significaba la transfusión como vehículo de enfermedad,
aumentaron la presión que se ejercía tanto sobre el Estado como
sobre el personal de salud para mejorar la práctica transfusional. De
ahí que a principios de esta década, se comenzara a observar en los
países un mejoramiento de los sistemas de información que
establecían el número de donantes existentes en el país; el número
de donantes a los que se sometía a pruebas de tamizaje para los
diferentes marcadores serológicos para las enfermedades transmitidas
por la transfusión; y la prevalencia de esas enfermedades en grupos
lo suficientemente grandes de la población de donantes como para
inferir la magnitud del problema que significa que no se lleve a cabo
su tamizaje.
Las penurias económicas en América latina han estimulado la
emigración a las zonas urbanas en las seis últimas décadas. En la
mayoría de los países, más del 60% de la población vive
actualmente en las ciudades1 lo que aumenta la probabilidad de
infección por T. cruzi en donantes de sangre. En los individuos no
tratados, o en aquellos en los que el tratamiento no fue efectivo se
puede detectar T. cruzi en la sangre hasta en el 50% de las personas
infectadas años después de la infección. Por lo tanto, es posible
la transmisión de T. cruzi por una transfusión de sangre completa,
concentrado de hematíes, plaquetas, leucocitos, plasma fresco
congelado o crioprecipitado3-7. En cambio, parece segura la
utilización de productos liofilizados8-13. Mientras no se descarte la
sangre de los donantes infectados, existirá la posibilidad de
transmitir la infección por medio de la transfusión3-7.
Debido a la migración por dificultades económicas, problemas
políticos, o ambos, la infección transfusional por T. cruzi es un
problema potencial en los países desarrollados, ya que decenas de
miles de latinoamericanos han emigrado a los Estados Unidos de
América, Canadá, los países de Europa Occidental, Australia o
Japón13 (Fig. 1). En 1990 sólo en los Estados Unidos residían
legalmente 7 millones de personas provenientes de países donde la
infección por T. cruzi es endémica13. Se estimó que entre 100.000 y
370.000 individuos padecían de infección crónica por T. cruzi.14,
15. Esto explica que en países no endémicos con una población
importante de donantes que pueden estar infectados por T. cruzi, no se
pueda descartar la posibilidad de transfundir sangre infectada. Tres
casos mortales de infección por T. cruzi adquirida por transfusión
de plaquetas o sangre a individuos inmunosuprimidos se notificaron en
los Estados Unidos y uno en Canadá16-19.
A la transmisión transfusional de T. cruzi nunca se le dio la
importancia que actualmente posee la transmisión del VIH o la
Hepatitis C. Los casos descritos en la literatura no estimularon a los
médicos a diagnosticar la transmisión de T. cruzi por esa vía. La
sintomatología aparece por lo habitual de cuatro a cinco semanas
después de la transfusión20 y puede desaparecer aun sin tratamiento.
La mayor parte de los casos no son reconocidos como de esa etiología
o son oligosintomáticos, por lo que el paciente no consulta al
médico4, 13. Afortunadamente, sólo una parte de los que reciben una
transfusión de sangre infectada contraen la infección: del 12% al
18-25% en Argentina, Brasil y Chile y hasta el 48% en Bolivia8, 9, 11,
21. La transfusión de sangre de donantes infectados realizada en los
Estados Unidos sugiere que la posibilidad de transmitir la infección
por esa vía podría ser aún menor, ya que se comprobó que 11
individuos que habían recibido unidades infectadas con T. cruzi se
mantenían con serología negativa22. En consecuencia, la infectividad
de una unidad infectada por T. cruzi es menor que la de sangre
infectada con otros agentes también transmitidos por esa vía; 75%
para Hepatitis B y 90% para Hepatitis C o VIH23. De cualquier manera,
la infección por medio de la transfusión es considerada como la vía
de transmisión más frecuente de T. cruzi después de la producida
por medio del triatomíneo vector10, 21.
Cuando no se lleva a cabo la serología para T. cruzi en los donantes,
el riesgo de recibir una unidad infectada se incrementará cuanto
mayor sea la prevalencia de la infección en la población de donantes
y el número de transfusiones recibidas por el receptor8-10. Así,
están más expuestos los individuos politransfundidos, como los
hemofílicos u otros pacientes con trastornos hemato-lógicos, o
pacientes que reciben diálisis. Las primeras estimaciones realizadas
en pacientes hemofílicos indicaron que el 50% se infectaron después
de recibir 30 o más transfusiones de un banco de sangre en el que el
2% de los donantes tenían serología positiva para T. cruzi.9.
Posteriormente se demostró que la prevalencia de la infección por T.
cruzi va de 2% en la población general, a 15% en aquellos que han
recibido transfusiones múltiples24. En otro estudio, las personas
politransfun-didas de un banco de sangre en el que el 2% de las
pruebas serológicas eran positivas para T. cruzi tenían una
probabilidad 8.7 veces mayor de tener una serología positiva que las
personas que no habían recibido transfusiones25.
Prevalencia de infección por T. cruzi
Se han publicado los resultados de la mayoría de las encuestas de
anticuerpos contra T. cruzi en donantes de sangre desde 1949 a
19803-10, 26. También se publicaron los resultados de otras encuestas
realizadas en el decenio de 19804-6, 13, 26-32. La Tabla 1 muestra
varios de esos resultados, incluso información sobre la prevalencia
de T. cruzi en donantes de sangre en diferentes países de Sudamérica
hasta 1992. En la Tabla 2 se presentan datos de Brasil donde se
compara la prevalencia de serología positiva de T. cruzi en
diferentes regiones de ese país, con la prevalencia de otras
enfermedades transmitidas por la sangre13. La Tabla 3 muestra la
prevalencia serológica de T. cruzi en América Central y del Norte13,
28, 33, 34. Todos estos resultados fueron obtenidos de ciudades dentro
o fuera de la zona endémica, pero incluso en estas últimas no
existía normalmente transmisión vectorial del T. cruzi.
Esta información muestra además que la determinación de la
prevalencia de anticuerpos contra T. cruzi en donantes de sangre en un
país o en un área geográfica definida puede indicar la necesidad de
implementar estrategias de control para prevenir la transmisión
transfusional.
Sin embargo, llama la atención en toda esta información acumulada,
el pequeño número de donantes que se incluyen en las encuestas.
Sobre todo, considerando el número total de donantes en cada país.
Esta discrepancia se reafirma con los datos de la tabla 4, que muestra
el rango en el número de donantes de sangre de varios países desde
1993 a 1996. Así en Argentina en 1992 se obtuvo información de
prevalencia serológica de T. cruzi de 194.752 donantes (Tabla 1) a
pesar de que el número de donantes anual del país es muy superior, a
juzgar por los datos de la tabla 435, 36. La información obtenida de
Uruguay de 1980-1984 corresponde a 80.465 donantes; número también
menor que el número de donaciones anuales en el país23. En otros
países endémicos para T. cruzi, como Costa Rica, El Salvador y
Guatemala, la información existente sobre prevalencia fue entre
poblaciones de donantes de menos de 10% del número total anual de los
mismos. En México, considerando que existen aproximadamente 850.000
donantes anuales, la información disponible fue sobre un número aún
menor de donantes (Tabla 3).
A partir de 1993 mejora la información nacional (de todo el país)
disponible en varios países sobre la prevalencia de anticuerpos
anti-T. cruzi en donantes de sangre (Tabla 5). De los 14 países
listados en la tabla 5, las prevalencias más elevadas se encontraron
en Bolivia, Argentina y Paraguay23, 36.
La disponibilidad de esta información permitiría estimar el
potencial existente de transfundir sangre contaminada con T. cruzi. A
menor número de donantes tamizados y cuanto mayor sea la prevalencia
de un agente infeccioso, mayor será la probabilidad de que existan
unidades infectadas con T. cruzi u otros agentes capaces de infectar a
través de la sangre. En otros países esto no es posible ya que no se
dispone de información nacional que permita estimar el número total
de donantes o a cuántos de ellos pasaron por el tamizaje. Por
ejemplo, en Brasil, se informó que la prevalencia de serología
positiva para T. cruzi fue del 0.77% de los 1.990.000 donantes
atendidos por la red pública de hemocentros en 199635. Sin embargo,
se desconocía información de los donantes que procesa la red
privada. En México, por lo menos hasta 1998, tampoco existía
información oficial sobre el porcentaje de donantes a los que se les
realizaba rutinariamente serología para T. cruzi.
Incidencia
La incidencia real de contagio de T. cruzi a través de la sangre
es desconocida. En la literatura se han registrado menos de 300 casos
y en algunos de ellos no se confirmó que la sangre fuera el origen de
la infección6.
Si se considera un país imaginario de 30 millones de habitantes, con
una prevalencia de infección por T. cruzi del 7%, en el que existen
800.000 donantes al año, se puede calcular que si no se hace
serología para T. cruzi entre los donantes y la sangre no se
fracciona, se transfundirán 56.000 unidades infectadas. Considerando
que sólo se infectarán del 10 al 20% de los receptores de unidades
contaminadas, se puede calcular que en ese país se producirían
anualmente entre 5.600 a 11.200 casos de infección por T. cruzi de
origen transfusional. Si, por el contrario, se realiza serología para
T. cruzi a todos los donantes, la existencia de unidades contaminadas
(suponiendo que el control de calidad es adecuado y que el personal
posee la destreza necesaria) dependerá de la sensibilidad de las
técnicas diagnósticas utilizadas.
Si en el país descrito en párrafos anteriores la sensibilidad de la
técnica utilizada hubiera sido del 95%, dejarían de detectarse un 5%
de las muestras potencialmente positivas (falsos negativos), lo que
significaría un total de 2.800 unidades contaminadas y ente 280 y 560
casos de infección transfusional de T. cruzi. Por otro lado, si se
utilizaran dos técnicas diagnósticas que aseguren una sensibilidad
del 100%, se descartarían todas las potenciales unidades infectadas.
Comparando en ese mismo país hipotético la incidencia de
transmisión de T. cruzi por transfusión y por transmisión
materno-infantil, se reafirma la importancia de la primera. En ese
país con una población de 30 millones de habitantes, se puede
suponer que se producen 500.000 partos anuales. Considerando que 7% de
los recién nacidos son hijos de madres infectadas, habría 35.000
niños en esa categoría. De ellos se infectarán un 3%; un total de
1.050 recién nacidos contra un total de 5.600 a 11.200 infectados si
no se descarta la sangre de los donantes con infección por T. cruzi.
En Brasil, en la década de 1970, se estimó una incidencia anual de
infección transfusional por T. cruzi de 10.000 a 20.000 casos para 4
millones de transfusiones al año. En la década siguiente, se estimó
que entre 1.500 y 3.000 personas al año adquirían la infección como
consecuencia de una transfusión. Sin embargo, estas cifras podrían
ser mayores, ya que el número anual de donantes en el país está en
discusión; las cifras varían entre 3 y 5 millones6, 13, 37.
En 1993 la información disponible de 10 países permitió calcular,
aunque en forma teórica, cuál era el panorama continental en
relación con la transmisión trans-fusional de T. cruzi.23. Los
cálculos se llevaron a cabo con base en la información publicada,
bajo los siguientes supuestos: a) una sensibilidad y especificidad
arbitrarias de la técnica utilizada en el diagnóstico, compatibles
con las de los reactivos comerciales en uso; b) los reactivos eran de
buena calidad; c) los bancos de sangre siguen las normas de control de
calidad; d) la prevalencia serológica de las muestras no tamizadas
eran similar a las de las muestras tamizadas; y e) la sangre de cada
donante no fue fraccionada, de modo que la obtenida de un donante se
transfundía a un solo receptor23.
Los resultados, basados en las premisas mencionadas previamente,
constituyen el mejor escenario posible y difícilmente se cumplen en
los bancos de sangre de todos los países de la Región. Por ejemplo,
se considera que el uso de una sola técnica no tiene suficiente
sen-sibilidad para prevenir la transmisión transfusional de la
infección4, 13, 38. A pesar de eso, en la mayor parte de los países
de la Región sólo se usa una prueba serológica para el tamizaje
(incluso cuando las normas nacionales indican el uso de dos
técnicas). Así, en la década de 1980, el 50% de 423 y 55% de 1525
centros de hemoterapia de Argentina y Brasil respectivamente, que
respondieron a encuestas, usaban una sola técnica de tamizaje13, 37.
Si bien la situación mejoró posteriormente en Argentina y Brasil, no
ocurrió lo mismo en otros países.
Teniendo en cuenta que en los países se usaron técnicas y reactivos
diferentes, la elección de las condiciones ideales mencionadas más
arriba pone artificialmente en la misma condición a todos ellos; la
única variable que los diferenció fue el porcentaje de donantes a
los cuales se les hizo la serología para el tamizaje (cobertura de
tamizaje). Para los cálculos se consideró que el índice de
infección era del 20%21, se infectaba uno de cada cuatro individuos
que recibía una unidad infectada. Los resultados en relación con T.
cruzi se compararon con los obtenidos para HIV, Hepatitis B (HVB) y
Hepatitis C (HVC)23.
Incluso en estas condiciones ideales, los resultados indicaron que
existía el potencial de transfundir T. cruzi por medio de la sangre
en las Américas en 1993 (Tablas 6 y 7). La tabla 6 muestra la
probabilidad de recibir una unidad infectada o de infectarse por cada
10.000 donaciones. La máxima probabilidad de recibir una unidad
infectada y de infectarse con T. cruzi está en Bolivia. Le siguen
Colombia, El Salvador y Paraguay23. Como la cobertura de la serología
para HIV fue casi universal, la probabilidad de recibir una unidad
infectada o de infectarse con ese virus, fue baja para todos los
países. La probabilidad fue mayor para HVB, sobre todo en Bolivia,
Nicaragua y Guatemala; y aún mayor para HVC, debido a la baja
cobertura del tamizaje de donantes (Tabla 6)23.
En números absolutos, el país donde se transmitieron más casos
potenciales de infección por T. cruzi fue Bolivia; mayor número de
casos de HVC, en Colombia; y más casos de HVB en Nicaragua. Sólo en
dos países, Bolivia y Colombia, se habría transmitido HIV por medio
de la transfusión (Tabla 7)23.
Por otro lado, los tres países en los que la relación entre
infecciones por transfusión y número de donantes fue más alta,
indicando que la sangre en esos países era más segura que en los
otros, fueron Honduras (1/1428), Ecuador (1/666) y Paraguay (1/526).
Si bien en México no existe información oficial sobre el porcentaje
de donantes tamizados para T. cruzi, es posible especular sobre la
situación, considerando que en ese país se procesa anualmente sangre
de aproximadamente 850.000 donantes y que no existe información que
la serología para T. cruzi se ejecute rutina-riamente. De hecho, en
una encuesta que se llevó a cabo en la ciudad de México, donde no
existe transmisión vectorial, la prevalencia serológica de T. cruzi
en 1.076 donantes fue del 0.28%39. Valiéndonos de los mismos
supuestos mencionados previamente y considerando que la prevalencia de
la infección en donantes fue similar a la de la población general
(0.20%)40, se podría estimar que por falta de tamizaje se produjeron
en el país 1.700 unidades infectadas y se infectaron 340 individuos
por medio de la transfusión. Por otra parte, aun cuando se realicen
las pruebas serológicas para la detección de anticuerpos contra T.
cruzi, todavía es posible que existan unidades contaminadas. En un
estudio en Brasil, se comprobó que 12 de 1.513 muestras analizadas
habían dado resultados falsos negativos41.
Es posible que el número verdadero de unidades infectadas
transfundidas y el número de infecciones producidas sea menor que el
expuesto en el cuadro 7, ya que éstos representan los resultados del
tamizaje y existe experiencia previa de que parte de las muestras
positivas por tamizaje para cualquiera de las enfermedades
transmitidas por transfusión no serían verdaderos positivos38, 42,
43. En relación a T. cruzi, resultados en bancos de sangre de Chile
indican que sólo el 9% de las muestras positivas se confirmaron con
una segunda técnica42. En Brasil sólo una de cada cinco muestras
positivas por el tamizaje serían verdaderos positivos43 y el 78% de
los donantes que fueron positivos con una sola técnica en el tamizaje
no se mantuvieron positivos con tres técnicas en el seguimiento38. En
los Estados Unidos, sólo una parte de las muestras positivas en el
tamizaje se confirman con una segunda técnica de tamizaje o por medio
de inmunofluo-rescencia o radioinmunoprecipitación22, 34, 44, 45.
Perspectivas para el futuro
En general la situación de los bancos de sangre en relación al
tamizaje serológico para T. cruzi ha mejorado desde la década
pasada. En la mayor parte de los donantes de Brasil en 1988-1989, se
llevaba a cabo el tamizaje serológico con una única técnica
diagnóstica y sólo el 66.95% de los servicios encuestados tamizaba
la sangre de los donantes para T. cruzi.37, 46. Estos porcentajes
variaron para mejor en esta década. Así, en São Paulo en 1988, el
69% de los servicios realizaba serología para T. cruzi, el 77.6% de
ellos realizaba el tamizaje con una sola técnica diagnóstica; el
16.2% con dos; y el 6.1% con tres o más. En 1990, el 95.3% de los
bancos de sangre tamizaba la sangre de los donantes para T. cruzi; el
11.5% usaba sólo una prueba diagnóstica en el tamizaje; el 55.7%
realizaba dos pruebas; y el 32% tres o más47.
Se promulgaron leyes que regulan el uso de sangre en Guatemala, Perú
y Bolivia entre 1995 y 1997, y el porcentaje de donantes tamizados
aumentó en Argentina, Colombia, Ecuador, El Salvador y Paraguay desde
1993 a 1996, alcanzando o acercándose al 100% de la cobertura del
tamizaje notificada previamente por Honduras, Uruguay y Venezuela.
Trece países están participando en una red internacional de
evaluación del desempeño, 7 de América del Sur y 6 de América
Central, lo que contribuirá a mejorar la calidad de la serología
para todas las enfermedades transmisibles. Además, en 9 países
existe un sistema organizado de evaluación del desempeño mediante el
uso de multipaneles reactivos para las distintas enfermedades
transmitidas por transfusión, con los que periódicamente se evalúan
los bancos de sangre del país.
A partir de 1993 se observó también un mejoramiento notable de los
sistemas de información, lo que ahora permite documentar el aumento o
disminución de las coberturas del tamizaje para las distintas
enfermedades36, 48, 49. Además, las encuestas realizadas en algunos
países con muestras numerosas de la población de donantes señalan
la necesidad que se lleve a cabo el tamizaje serológico. Este es el
caso de México, en que una encuesta de 64.969 donantes realizada
entre 1994-1996 indicó una prevalencia global de T. cruzi del 1.5%.
Esto significa que si en el país no se lleva a cabo rutinaria-mente
el tamizaje de los donantes, se producirían anualmente más de 1.500
casos de infección transfusional50.
La epidemia de SIDA ha aumentado la conciencia de las autoridades
nacionales en cuanto a la necesidad de hacer tamizaje serológico de
los donantes para prevenir la transmisión transfusional de
enfermedades. Esta toma de conciencia reducirá la transmisión no
sólo del HIV, sino también de T. cruzi y del virus de la hepatitis B
y C. Sin embargo, el éxito sólo estará asegurado cuando los
gobiernos hagan cumplir la ley; los donantes sean voluntarios
altruistas; la obtención, procesamiento y uso de la sangre se haga
siguiendo estrictas normas de control de calidad; los reactivos usados
en el diagnóstico sean de buena calidad, y se limite el uso de sangre
y hemoderivados a aquellos casos absolutamente necesarios.
Bibliografía
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TABLA 1.– Prevalencia de serología positiva para T. cruzi en
donantes de sangre de diversos países sudamericanosa
N° de %
País Año(s)b muestras positivos
Argentina 1992 194.752 6.7
Bolivia 1988-1989 1.298 25.0
Brasil 1990-1991 835.764 0.44
- Minas Gerais 1992 62.559 0.14
- São Paulo 1992 105.506 1.97
Chile 1981-1989 17.233 2.58
Colombia 1992 1.716 1.5
- Bogotá 1991 1.651 2.54
Ecuador 1989-1990 7.920 0.15
Paraguay
- Asunción 1986 1.000 6.8
Perú
- Lima 1992 1.481 2.9
Uruguay
- Montevideo 1980-1984 80.465 0.97
Venezuela 1990-1992 584.795 1.14
a Datos de varias ciudades, excepto donde se indica lo contrario
b Año en que se realizó o publicó el estudio
TABLA 2.– Prevalencia de serología positiva para sífilis,
infección por T. cruzi, hepatitis B e infección por virus de la
inmunodeficiencia humana (HIV) en Brasil, por regiones geográficas,
durante 1990 y 1991. Los números entre paréntesis corresponden a
datos de bancos de sangre
Región N° de Sífilis T. cruzi Hepatitis B HIV
muestras
1990
Nortea 53.812 (8) 3.0 - 6.9 0.0 - 1.0 0.4 - 3.5 0.0 - 0.9
Centrob 18.643 (3) 1.3 - 4.9 0.5 - 2.6 0.5 - 0.9 0.1 - 0.9
Surc 44.697 (3) 0.9 - 2.2 0.2 - 2.1 1.4 - 2.3 0.2 - 0.27
Nordested 116.954 (0) 1.2 - 3.9 0.06 - 1.7 0.2 - 1.3 0.15 - 2.2
Sudestee 222.407 (0) 0.1 - 2.7 0.05 - 1.6 0.2 - 1.8 0.0 - 0.5
Total 456.513 (0)
1991
Norte 56.653 (8) 0.21 - 10.8 0.0 - 0.6 0.4 - 2.8 0.5 - 0.75
Centro 24.264 (3) 1.4 - 3.3 0.5 - 2.6 0.5 - 0.9 0.17 - 0.2
Sur 72.800 (3) 0.3 - 1.1 0.2 - 1.5 1.2 - 2.0 0.1 - 0.4
Nordeste 119.527 (7) 1.4 - 4.2 0.0 - 0.9 0.4 - 4.2 0.0 - 0.5
Sudeste 105.811 (7) 0.4 - 3.5 0.6 - 1.7 0.5 - 1.4 0.17 - 1.4
Total 370.055 (0)
Datos de la referencia 54. a incluye los estados de Acre, Amazonas,
Maranháo y Pará y los territorios de Amapá, Rondónia y Roraima. b
incluye los estados de Goiás, Mato Grosso y Mato Grosso do SU, y el
distrito federal de Brasilia. c incluye los estados de Paraná, Río
Grande do Sul y Santa Catalina. d incluye los estados de Alagoas,
Bahía, Ceará, Paraiba, Pernambuco, Piauí, Río Grande do Norte y
Sergipe. e incluye los estados de Espíritu Santo, Minas Gerais, Rio
de Janeiro y São Paulo. Los intervalos representan el porcentaje
mayor y menor de serologías positivas encontrados en diferentes
bancos de sangre de una región entre los donantes estudiados.
TABLA 3.– Prevalencia de serología positiva para T. cruzi en
donantes de sangre de diversos países de América Central y del Norte
N° de %
País Año(s)a muestras positivos
Belice 1993 410 0.24
Costa Rica 1983-1985 2.574 1.0
El Salvador 1992 2.039 3.8
Guatemala 1987 1.260 5.0
Honduras 1991-1992 38.003 1.9
México 1991 2.831 0.7-1.2
- Ciudad de México 1991 2.115 1.0
- Ciudad de México 1991 1.076 0.27
- Cuernavaca,
- Morelos 1991 264 19.7
358 4.7
783 4.1
- Jalisco 1991-1992 3.419 1.28
- Puebla 1984-1985 200 16.5
Estados Unidos
- California, Nuevo 1992 7.835 0.16
México y Texas 5.474 0.0
- Los Angeles,
- California 1990 2.405 0.04
- Los Angeles,
- California 1987 988 1.1
a Año de realización o publicación del estudio
TABLA 4.– Número anual de donantes de sangre
País Año(s) N° de donantes1
Argentina* 1993-1997 742.000 - 850.000
Belice 1997 2.796
Bolivia 1993-1996 19.987 - 40.056
Brasilx 1997 1.605.001
Chile 1993/1996/1997 213.312 - 228.801
Colombiax 1993-1997 332.540 - 422.300
Costa Rica 1995-1997 44.754 - 58.436
Ecuador 1994-1997 98.473 - 110.619
El Salvador 1993-1997 34.091 - 55.069
Guatemala 1993 45.026
Honduras 1993-1997 27.660 - 33.958
Nicaragua 1993-1997 43.887 - 48.030
Panamá 1994-1996 26.333 - 41.888
Paraguay 1994-1997 32.893 - 39.904
Perú 1997 203.690
Uruguay 1994-1997 110.319 - 115.490
Venezuela 1993-1997 204.316 - 262.295
1 Rango del número de individuos que donaron sangre en el país en
los años mencionados.
* Falta información de 1994.
x Falta información sobre donantes tamizados y prevalencias de
1.044.673 donantes de la red privada. Falta información de 1996
TABLA 5. – Porcentaje de donantes con serología y prevalencia de
infección por T. Cruzi
Año 1993 1994 1995 1996
País Cobertura Prev. Cobertura Prev. Cobertura Prev. Cobertura
Prev.
tamizaje (00) tamizaje (00) tamizaje (00) tamizaje (00)
Argentina 58.63 5.58 ? ? 96.00 4.90 100.0 3.70
Bolivia 29.40 14.79 71.00 20.24 66.00 13.70 43.60 17.20
Chile 76.70 1.20 ? ? ? ? 60.00 1.00
Colombia 1.40 1.20 7.70 2.57 46.00 1.30 ? ?
Costa Rica 0 ? ? ? 13.00 0.80 7.60 1.39
Ecuador ? ? 51.00 0.20 75.40 0.10 91.00 0.07
El Salvador 42.50 1.47 65.00 0.23 99.00 2.30 100 2.20
Guatemala 75.00 1.40 ? ? ? ? ? ?
Honduras 100.0 1.24 85.00 1.41 90.00 1.70 95.00 1.67
Nicaragua 58.40 0.24 68.00 0.40 51.00 0.50 55.70 0.50
Panamá ? ? 24.00 0.13 2.4 1.00 1.80 1.14
Paraguay 95.47 5.30 86.80 4.50 83.00 5.80 97.91 4.01
Perú 0.0 ? 0.00 ? 4.00 0.03 ? ?
Uruguay 52.30 0.80 100.00 0.62 100.00 0.59 100.00 0.60
Venezuela 100.00 1.32 100.00 1.33 100.00 0.84 100.00 0.70
Cobertura del tamizaje: % de donantes a los que se hizo serología.
Prev: prevalencia
TABLA 6.– Probabilidad de recibir una unidad infectada [P(R)] o de
adquirir una infección transmitida por la transfusión [P(I)], 1993*
País HIV HVB HVC
(X10.000)+ (X10.000)+ (X10.000)+
P(R) P(I) P(R) P(I) P(R) P(I)
Bolivia 0.64 0.57 17.10 12.8 - -
Chile 0.00 0.00 0.26 0.19 42.24 38.02
Colombia 0.24 0.22 1.19 0.89 67.77 60.99
Ecuador 1.05 0.95 4.48 3.36 9.39 8.45
El Salvador 0.00 0.00 3.20 2.40 17.15 15.44
Guatemala 0.00 0.00 14.14 10.60 50.24 45.22
Honduras 0.00 0.00 4.45 3.34 3.64 3.27
Nicaragua 0.00 0.00 18.76 14.07 20.64 18.57
Paraguay 0.00 0.00 9.23 6.93 - -
Venezuela 0.00 0.00 0.00 0.00 64.86 58.37
* Sólo de países que suministraron información nacional. + Por
10.000 donantes.
Información obtenida de la referencia 23
TABLA 7.– Estimado del número total de casos de enfermedades
infecciosas transmitidas
por la transfusión*
País N° de Número absoluto de casos de enfermedades Relación
donantes infecciosas transmitidas por la transfusión N° infecciones/
HIV HBV - T. cruzi Total N° donaciones
Bolivia 37.948 2 49 - 793 844 1:45
Chile 217.312 0 7 1.528 244 1.779 1:123
Colombia 352.316 8 31 2.149 834 3.022 1:126
Ecuador 98.473 9 33 83 19 144 1:666
El Salvador 48.048 0 12 74 81 167 1:286
Guatemala 45.426 0 48 205 32 285 1:158
Honduras 27.885 0 9 9 0 18 1:1428
Nicaragua 46.001 0 65 85 9 159 1:286
Paraguay 32.893 0 23 - 39 62 1:526
Venezuela 204.316 0 0 1.193 0 1.193 1:178
* Países que suministraron información nacional
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