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Si yo fuera Presidente del
CONICET
Ricardo S. Calandra
Instituto de Biología y Medicina Experimental, Buenos Aires.
Facultad de Ciencias Exactas, Universidad Nacional de La Plata
Esta amable invitación para elaborar un artículo bajo título tan
provocativo, ha actuado como catalizador a los fines de una breve
descripción de la estructura actual del Sistema de Ciencia y Técnica
(SCyT), con sus bondades y naturales limitaciones, desde la óptica y
la experiencia lograda por uno de sus integrantes de los últimos 30
años. Antes de adelantar propuestas específicas sobre el CONICET
(Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), se me
hace imperioso abordar el tema de la remodelación del SCyT en su
conjunto, del cual el CONICET constituye un componente fundamental.
Todo esto en el marco de participación democrática instalado a
partir de 1983.
Partiendo de la premisa indubitable de que en las puertas de un nuevo
milenio el conocimiento (disponibilidad y utilización racional de la
información científica, humanística y tecnológica existente),
constituye un valor estratégico porque permite al individuo como tal
su desarrollo, pero además, contribuye de manera plena al avance
socio-económico de los países, es que resulta imperioso el
crecimiento y expansión de las Ciencias, no sólo por las Ciencias en
sí mismas, sino dentro del marco de un Proyecto de Desarrollo
Nacional.
Por ello, en su visión actual sobre el crecimiento de los países en
desarrollo, los expertos del Banco Mundial1 han afirmado estos
principios diciendo que: «...la mayoría de los conocimientos
beneficiosos para los países en desarrollo no son el resultado de
investigaciones patrocinadas a escala internacional, por muy
indispensables que éstas sean. Proceden más bien de medidas
adoptadas en esos mismos países ya que la generación autónoma de
conocimiento –y su transferencia de un país a otro– puede
desencadenar poderosas fuerzas de desarrollo».
Con esta misma base conceptual y adelantándose en los tiempos, el
Maestro Houssay2, decía en la década de los años sesenta que: «La
mejor manera de tener ciencia aplicada es intensificando la
investigación científica básica, pues de ella derivarán
importantes aplicaciones para el país». En la década de los
noventa, Lester Thurow3, en «El futuro del Capitalismo», plantea su
tesis de la desaparición de la ventaja comparativa de las Naciones,
señalando que el desarrollo socio-económico de las naciones del
futuro siglo, ha de estar basado entre otros factores en el desarrollo
de la capacidad intelectual del hombre, sus grados de conocimiento y
su capacidad de creación e innovación a través de la Ciencia que
desarrollen. Como un fenómeno muy ligado a la trasnacionalización
financiera, este autor expresa que el capital destinado en la
inversión sólo lo es a Ciencia y Desarrollo del conocimiento
científico, cuando los inversores vislumbran un retorno redituable y
el desarrollo de oportunidades de innovación y generación
industrial. Las naciones no tienen, en la mayoría de los casos, estas
oportunidades de inversión cuando el Desarrollo de su Ciencia no
promueva un retorno redituable y por ende las naciones que deseen
generar riqueza, deberán apoyar su Ciencia como una condición
ineludible al Desarrollo de sus industrias de base inteligente, que
serán las únicas que le ofrecerán ventajas comparativas en el
futuro de competitividad globalizada del nuevo milenio.
Treinta años antes de las contundentes afirmaciones de Thurow, el
pensamiento y la acción del Profesor Bernardo Houssay, tuvo en
nuestro país proyecciones concretas y definidas en ese sentido. Estas
dieron origen a la significativa y estimulante labor desarrollada a
partir de su Presidencia en el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) iniciándose así una fructífera
etapa que continúa con logros sucesivos hasta 1966. A partir de
allí, la estructura institucional de la Ciencia y la Tecnología en
nuestro país se ha ido integrando además del CONICET por diversos
Organismos dependientes del Estado entre los cuales se hallan el INTA,
INTI, CNEA, Universidades, Consejos Regionales, etc. A partir de 1969,
el gobierno de facto de entonces, diseña y crea la Secretaría de
Ciencia y Técnica (SECYT), dependiente de la Presidencia de la
Nación, con funciones de política y coordinación sobre el conjunto
de los organismos nacionales precedentes. Así es, como a través de
las décadas y de sucesivas administraciones, se va perdiendo el rumbo
y los objetivos planteados por el Dr. Houssay, cobrando relevancia en
el diseño de la Ciencia, lo formal-institucional sobre los verdaderos
objetivos de la política científica. Con la pérdida de la
República, se van desdibujando los rumbos del crecimiento sustentado
en el conocimiento científico y su aplicación en el aparato
productivo del país. Esto ha llevado a que los administradores de los
diferentes procesos dieran la espalda a los verdaderos intereses
científicos y a las demandas de la comunidad de investigadores,
priorizando con un falso criterio administrativista, los intereses de
los sectores que ejercían mayor influencia en el gobierno de turno.
Los administradores de Ciencias de aquellos años, carecían en la
mayoría de los casos de los antecedentes científicos necesarios que
les permitieran conducir y planificar el SCyT con una perspectiva
abarcadora de las necesidades del país y de los lógicos
requerimientos de los científicos argentinos. Con la recuperación de
las Instituciones democráticas, el sistema organizacional de C y T
sufrió los cambios necesarios para facilitar la participación de los
miembros de la Comunidad Científica, con el objeto de comenzar a
recorrer el dificultoso camino de la democratización participativa
con reformulación Institucional y de objetivos.
En la actualidad, luego de dos lustros de administración del mismo
tenor político, los objetivos que fueron la base para la creación
del CONICET, parecen haber perdido nuevamente su dinámica y esencia
generadora del conocimiento científico, como uno de los pilares del
desarrollo del país. No en vano en 1995, en una nota Editorial de
esta misma Revista4, se plantea la necesidad de buscar una solución a
la crisis del sistema de administración de la Ciencia en la
Argentina, sin destruir la Institución vital para la investigación
(CONICET) como un desafío ineludible para el futuro y teniendo
siempre en vista los principios sobre los cuales el organismo fue
creado. En este mismo sentido se ha manifestado la Academia Nacional
de Medicina5.
Con este marco precedente y de cara al futuro, es que hoy propongo el
establecimiento de un modelo institucional básico como marco
referencial de los valores sustanciales que dieron origen al CONICET
según el pensamiento de su creador, valores y objetivos a los que
siempre he adherido y estimo ineludibles para la continuación de la
generación de Ciencia de acuerdo a las necesidades imperiosas del
crecimiento de Argentina.
Por lo tanto, la presente propuesta contempla la puesta en marcha de
un Ministerio de Ciencia y Técnica, para que a través de la gestión
integral del conocimiento, se brinde a la Nación la posibilidad de
beneficiarse material y socialmente de los resultados emergentes de la
creación, transmisión y aplicación del conocimiento. Para ser esto
posible, se requiere de un marco adecuado en la toma de decisiones de
los Organismos involucrados y un presupuesto acorde a las necesidades,
no menor del 1% del PBI (Gasto en C y T del PBI, año 1998 0.47%6),
tal como hace más de treinta años proponía el Prof. Houssay en el
Simposio de la UNESCO celebrado en Caracas (Caracas, Venezuela 1960).
En esta instancia y antes de avanzar en mi propuesta, debo recordar
los conceptos que sobre el rol de la C y T en la sociedad moderna,
expresó J. Sábato, quien en 1968 decía que: «...No basta, sin
embargo con construir una vigorosa infraestructura científico
tecnológica para asegurar que un país sea capaz de incorporar la
ciencia y la técnica a su proceso de desarrollo; es menester además
transferir a la realidad los resultados de la investigación, acoplar
la estructura científica-tecnológica a la estructura productiva de
la sociedad».
Centrando nuestra idea reorganizacional en el pensamiento de Sábato,
estimo que la conducción del Ministerio debería estar a cargo de un
Investigador/a en actividad, designado por el PEN. La creación de una
cartera de Ciencia y Técnica, daría el marco necesario pensado por
Sábato para que en los límites del mismo, no sólo se administrara y
financiara a la Ciencia y a la transferencia de tecnología con un
criterio federal equitativo, sino también se diseñaran sus
políticas de generación y transferencia de los conocimientos
científicos. De este modo se impediría racionalmente la
superposición de misiones y funciones de los Organismos y se
evitaría la reiteración de los vaivenes de política científica con
su secuela de retrocesos y frustraciones en el SCyT que tan graves
consecuencias ha producido al país y a la Comunidad científica toda.
La creación de la cartera ministerial que propongo, involucraría en
su estructura al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (CONICET) y un Consejo Nacional de Innovación Tecnológica
(CONINNT).
El CONICET estará conducido por un colegiado de tres Miembros e
integrado por Investigadores (categoría Principal o Superior)
designados, uno por el Ministro de Ciencia y Técnica, y los dos
restantes elegidos por la Comunidad Científica. En cuanto al CONNINT,
éste será conducido por un colegiado de tres Miembros e integrado
por Investigadores (categoría Principal o Superior) y designados por
el Ministro de Ciencia y Técnica, la Comunidad Científica y las
Fuerzas Productivas. Estos cargos serán rentados y no podrán ser
reelegibles por dos períodos consecutivos.
En este esquema organizacional, la función de la SECYT será ejercida
por el Ministerio de Ciencia y Técnica y dentro del mismo la
ejecución y difusión de la investigación corresponderá al CONICET.
El Consejo tendría como función primordial sostener las Carreras del
Investigador Científico y Tecnológico y del Personal de Apoyo,
otorgar Becas en sus distintas categorías y mantener relaciones y
convenios con organismos similares de otros países. Los Institutos y
Centros dependientes y asociados al CONICET, los cuales han sido
evaluados en distintas oportunidades, serán analizados detenidamente
para determinar su continuidad o no, en función de su productividad y
calidad y estimulados para una interacción concreta con las
Universidades nacionales.
Mención especial requiere una de las cuestiones que cobran gran
importancia a la hora de concretar el presente Proyecto. Esto es, la
administración y conformación del presupuesto necesario para el
desarrollo de la política y administración científica a desarrollar
desde el Ministerio de Ciencia y Técnica y alcanzarse el porcentaje
del PBI, referido precedentemente.
En la actualidad y desde 1997 se estableció en el SCyT, la Agencia de
Promoción Científica y Tecnológica (AGENCIA), organismo que se
integra por el Fondo de Ciencia y Tecnología (Foncyt) y el Fondo
Tecnológico Argentino (Fontar) y se dedica a promover la
investigación básica, la innovación tecnológica y la
modernización empresaria, mediante subsidios y préstamos, tanto en
el sector público como en el privado. En mi propuesta, debería
insertarse a la AGENCIA en la estructura del Ministerio de Ciencia y
Técnica de una manera armónica no competitiva con el resto del SCyT,
en especial al considerarse las fuentes originarias de los fondos en
cada uno de los Organismos.
En razón de la experiencia recogida a lo largo de mi carrera como
investigador del CONICET, y de la observación empírica de los datos
de la realidad que manifiesta nuestra Comunidad de Investigadores,
Becarios, Personal Técnico y Administrativo del Consejo, estimo que
el mismo deberá ejercer dentro del Ministerio de Educación y
Ciencia, las siguientes principales funciones:
- Promover las investigaciones científicas a nivel nacional sobre la
base de la originalidad, excelencia y calidad.
- Asesorar a los Organismos públicos en todo lo concerniente al
conocimiento científico.
- Ejecutar y difundir (publicaciones, bibliografía, redes
computacionales, etc) las investigaciones científicas.
- Coordinar con la Agencia el otorgamiento ágil de subsidios a
Investigadores residentes en el extranjero, en particular a los que
han sido apoyados previamente por el CONICET en alguna etapa de su
Carrera (Doctorado, Beca Externa, etc) y que exhiben antecedentes,
actualización y performance de calidad en su estadía en el
extranjero.
- Concursar Becas de diferentes categorías para investigar y realizar
los Doctorandos correspondientes en el país. No permitir la
dirección y/o codirección de un número mayor de tres (3) Becarios,
analizando cuidadosamente la resultante de direcciones previa.
- Concursar Becas Externas (Seniors y Juniors), con el fin de realizar
actualizaciones metodológicas e investigaciones puntuales, por un
período de tres meses a un año.
- Preservar y reorganizar la Carrera del Investigador Científico
(CIC), sin cupos en su ingreso y ejecutando los dictámenes firmes de
los Informes Regulares de la Carrera del Investigador en plazos
razonables.
- Preservar y reorganizar la Carrera del Personal de Apoyo (CPA),
cumpliéndose la relación establecida reiteradamente de direcciones
de Pers. de Apoyo / Investigador.
- Establecer una política para los Institutos y Centros dependientes
o asociados al CONICET, priorizando su relación con las
Universidades.
Conjuntamente con las funciones a desarrollar, estimo que el Consejo
deberá elaborar su plan de acción priorizando los siguientes
objetivos:
- Propiciar la modificación legislativa de la Ley 20.464 (art. 20),
estableciendo en los 67 años a la edad en la que el Investigador
pueda solicitar su retiro y permitir a aquellos Investigadores que lo
deseen y cumplan con las pautas de evaluación regulares, continuar en
la actividad científica hasta los 75 años de edad, sin distinción
de sexo.
- Mantener y supervisar por Comités de Evaluación (con expertos
temáticos nacionales y extranjeros) el funcionamiento de los
Institutos y Centros dependientes o asociados al CONICET. Analizar
detenidamente la labor desarrollada en función de sus presupuestos y
subsidios, no sólo en las investigaciones globales de cada
Institución y de cada grupo, sino también en los casos donde su
inserción a la problemática regional (investigación, innovación,
transferencia, docencia, etc) debería ser de impacto. Esto debe
realizarse en todos los Institutos o Centros del país, incluidos los
inaugurados en el actual gobierno, tales como en Anillaco (La Rioja) y
Villa Diamante (Entre Ríos). Cuando la evaluación resultare negativa
concretar medidas de corrección u otras en breve tiempo.
- Asignar a cada Comisión Asesora al inicio del ejercicio los fondos
correspondientes a ser distribuidos en cada rubro y previo a sus
respectivos análisis (Ingresos y Promociones a la Carrera, Becas,
Proyectos, Asistencia a Reuniones Científicas, Edición de Revistas,
Bibliotecas, etc). Programar y calcular los montos presupuestarios con
la debida antelación y según las pautas establecidas de desarrollo y
crecimiento y de manera conjunta y consensuada entre los
representantes de cada Comisión Asesora y el Comité Ejecutivo. Así,
las Comisiones Asesoras por disciplina, deberán no sólo realizar
evaluaciones y dictámenes, sino que tendrán a través de sus
representantes un rol crucial e interactivo con el Comité Ejecutivo.
- Arbitrar las medidas necesarias con el fin de disponer de una base
de datos actualizada en todo el territorio del país, en Bibliotecas
Públicas y Privadas, sobre las distintas colecciones de Revistas y
Libros que hacen al quehacer científico de las distintas áreas y
disciplinas. A posteriori, definir una política equitativa y
razonable de distribución de los fondos que el CONICET de modo
irregular e intermitente adjudica a los Institutos y Centros.
Contemplar la duplicación de colecciones, zonas de alta o baja
demanda, colecciones completas o incompletas, relación proximidad de
Bibliotecas / demanda de usuarios, infraestructura necesaria para el
envío del material a los lectores, etc.
- Corroborar que los Informes de los Investigadores y Becarios se
hubieran acompañado del libramiento de fondos aprobados en tiempo y
forma.
- Creación de un Comité Permanente de Bioética con el fin de
evaluar y monitorear los Proyectos de Investigación (humanos y
experimentales), sobre las bases de Protocolos internacionales
reconocidos.
- Creación de una Comisión Permanente de Investigadores (con
representación de las distintas disciplinas), sin connotaciones
políticas, con el propósito de interesar, cooperar e informar a las
Comisiones de CyT del H. Congreso Nacional.
- Instalación de un sistema informático que permita a los
Investigadores, Becarios y Personal de Apoyo, el seguimiento por
pantalla, en las distintas oficinas de sus respectivos expedientes.
Por su parte, la promoción, coordinación y ejecución de la
Innovación Tecnológica será ejercida por el CONINNT. Entre las
misiones de éste Organismo, la transferencia tecnológica deberá
cobrar la necesaria dimensión que las necesidades del país
requieren. Además, deberá mantener una cercana relación con las
fuerzas productivas del país con el propósito de ir estableciendo
lazos concretos con la sociedad y sus necesidades, promover convenios
con organismos similares de otros países y diseñar programas
especiales de Incubación, Innovación y Transferencia junto a las
fuerzas productivas y las Universidades.
Tales las ideas principales que sustento para el hipotético caso de
ser elegido por mis pares como Miembro del Organismo Colegiado que
presidiría el CONICET, en el marco del propuesto Ministerio de
Ciencia y Técnica.
Bibliografía
1. El conocimiento al servicio del desarrollo; Banco Mundial; Ed.
Mundi - Prensa Libros S.A., 1998-1999.
2. Houssay BA. Misión y Responsabilidad del Investigador Científico.
CONICET, 1987.
3. Thurow LC. The future of Capitalism. W. Morrow and Comp., Inc.
1996.
4. Pasqualini CD. La real importancia de la investigación básica y
la situación actual del CONICET. Medicina (Buenos Aires) 1995; 55:
373-5.
5. Declaración de la Academia Nacional de Medicina, Diario La
Nación, octubre 6, 1994.
6. Plan Nacional Plurianual de Ciencia y Tecnología 1999-2001;
Gabinete Científico-Tecnológico, Presidencia de la Nación, 1998.
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