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CARTAS AL COMITE DE REDACCION
El metaanálisis
¿Panacea estadística?
Zulma E. Ortiz, Enrique
Laffaire
Centro de Investigaciones Epidemiológicas, de la Academia
Nacional de Medicina, Terapia Intensiva, Sanatorio Antártida, Buenos
Aires
En el editorial «El metaanálisis: panacea estadística»1 se
hacen algunas afirmaciones que consideramos de interés comentar.
En primer lugar se hace mención al metaanálisis como un método que
«compite» con la revisión clásica. Dentro de la investigación por
revisión de publicaciones se reconocen dos tipos diferentes:
sistemática y no sistemática. La revisión sistemática puede ser
cuantitativa o metaanálisis y cualitativa u «overview». La
diferencia entre revisión sistemática y no sistemática, esta
última también conocida como «revisión narrativa» o «revisión
clásica», está dada por la falta de un protocolo que defina la
estrategia de búsqueda bibliográfica, los criterios de selección de
estudios, los criterios de inclusión y exclusión del análisis y los
métodos que determinan la validez de los estudios. Las diferencias
entre revisión cualitativa y metaanálisis están dadas
fundamentalmente por el uso de métodos estadísticos que permiten la
combinación y análisis cuantitativo de los resultados obtenidos en
cada estudio2 , 3.
Autores de marcada influencia han sostenido la importancia del
criterio médico en las distintas etapas del desarrollo de un
metaanálisis, tales como selección de los estudios, del modelo
matemático y la interpretación de los resultados4. Considerar que
puede prescindirse del criterio médico es un error.
La inclusión de estudios con un gran número de pacientes, si bien
puede influir en el tamaño del efecto, mantendrá o no la misma
tendencia o dirección de los resultados cuando se compara con el
resto de los estudios incluidos en el análisis.
El análisis de sensibilidad permite determinar cuan sensibles son los
resultados metaanalíticos a la forma en que se hizo el
metaanálisis5. Comprobar si las hipótesis se mantienen excluyendo o
incluyendo algunos estudios permite obtener mayor certeza sobre el
resultado global. Una aplicación frecuente consiste en determinar si
(frente a un resultado favorable al tratamiento en cuestión) ese
resultado es sensible a la exclusión de los estudios de menor
calidad. Si ambos son idénticos (todos los estudios y sólo los de
mayor calidad) se descarta la influencia que pudieran tener
publicaciones de poco rigor metodológico.
Finalmente, considerar que un único estudio realizado con protocolo
unificado y tamaño muestral suficiente puede otorgarnos la
«conclusión final», puede ser tan erróneo como considerar que los
resultados de un metaanálisis son concluyentes. Existen innumerables
fuentes de sesgos que deben ser consideradas antes de tomar una
decisión sobre la evidencia, por ejemplo: tiempo de duración del
estudio (sesgo de duración), existencia de financiación para la
realización del estudio, sesgo de publicación, presentación de los
resultados que presten a confusión.
En nuestra opinión el metaanálisis se constituye en una herramienta
valiosa para la investigación y la toma de decisiones en la práctica
médica diaria ya que ahorra tiempo y dinero. El mismo consolida
información contenida en múltiples publicaciones siguiendo un
protocolo, ofrece un resultado global, intenta resolver conflictos
entre trabajos publicados y proporciona una base sólida para futuras
investigaciones.
En conclusión no consideramos que los resultados de un metaanálisis
sean verdades definitivas. Al igual que otros resultados, son
hipótesis a la espera de su refutación6.
Bibliografía
1. Roloznik J. El metaanálisis ¿Panacea estadística? Medicina
(Buenos Aires) 1998; 58: 329-30.
2. Slavin R. Best Evidence Synthesis: an intelligent alterna-tive to
meta-analysis. J Clin Epidemiol 1995; 48: 9-18.
3. Jenicek M. Meta-analysis in Medicine: where are we and where do we
want to go J Clin Epidemiol 1989; 42: 35-44.
4. Cook D, Mulrow C, Haynes B. Systematic Reviews: Synthesis of Best
Evidence for Clinical decisions. American College of Physicians 1997,
126: 376-80.
5. Detsky A, L’Abbé K, O’Rourke K, Abele J. El metaanálisis en
la investigación clínica. En: Publicación científica. Aspectos
metodológicos, éticos y prácticos en ciencias de la salud,
Washington DC: OPS, 1994: 205-22.
6. Popper K. Conjeturas y refutaciones. El desarrollo del Conocimiento
Científico. Buenos Aires, Paidós, 1972.
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Los comentarios enviados por la Dra. Zulma Ortiz y el Dr. Enrique
Laffaire revelan un conocimiento en profundidad del tema y
complementan en cierta medida el sintético texto del editorial. La
función del mismo, básicamente didáctica, no fue desacreditar
sistemáticamente al metaanálisis, sino hacer un llamado a la
prudencia en su utilización. Por otra parte quiero reafirmar que a mi
juicio una investigación con protocolo unificado, con todas sus
posibles limitaciones, es preferible al metaanálisis.
Aunque, como bien dicen los comentaristas, también queda sujeto a una
posible refutación futura.
Jorge A. Rozlosnik
Aguilar 2547, 1426 Buenos Aires
¿Qué Babinsky?
Babinski
Alberto O. Orden
Servicio de Reumatología, Hospital Aeronáutico Central,
Buenos Aires, Argentina
Acostumbrado a corregirlo en las historias clínicas de los
estudiantes de medicina, preocupado por su creciente aparición en las
efectuadas por los residentes, me asombra la frecuencia con que
«Babinsky» nos visita en las publicaciones1, 2.
Es probable que esto responda a múltiples causas: la falta de lectura
y probablemente alguna razón sociológica o lingüística que haga
aparecerlo más anglosajón en los primeros, y seguramente a errores
de revisión en los últimos.
El signo de Babinski es probablemente el epónimo neurológico más
conocido, se refiere a la dorsiflexión del dedo gordo del pie
(hallux), que aparece con la estimulación plantar de pacientes con
disfunción del tracto piramidal3.
Joseph François Félix Babinski (1857-1932), francés, de ascendencia
familiar polaca, tiene una historia personal interesante.
Jean-Martin Charcot (1825-1893), considerado como el «padre de la
neurología moderna» (su nombre acompaña la descripción de la
esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, la
neuropatía hereditaria familiar, y los cambios articulares del
paciente tabético), tuvo en Babinski uno de sus mejores discípulos.
Babinski no sucedió en su posición académica a Charcot, debido a
los choques académicos entre Charcot y otro discípulo devenido en
par, Bouchard4.
Babinski no aprobó un examen en el que todos los discípulos de
Bouchard aprobaron, y los de Charcot reprobaron (incluyendo al
renombrado Gilles de la Tourette).
Recuerdo cuando hace 20 años los alumnos de la Cátedra del Dr.
Alfredo Lanari pasaban a la Facultad de Medicina y eran maltratados
(irónica repetición de mecanismos perversos), pero eso es harina de
otro costal.
Gilles de la Tourette aprobaría años después, Babinski no intentó
nuevamente. Se dedicó al desarrollo del examen físico en el
diagnóstico médico. Se fascinó con los cambios en los signos
físicos de pacientes con hemiplejía o paraplejía, en contraste con
los desórdenes psicogénicos, en épocas en que la discusión sobre
la organicidad de la «histeria» era trascendente. El 22 de febrero
de 1896, a los 38 años, J Babinski recientemente designado Jefe de
Clínica del Servicio de Neurología del Hospital Pitié de París, en
una breve comunicación oral, llamó la atención sobre el
«phénomène des orteils», hoy conocido como signo de Babinski.
Si bien se conmemoró en 1996 el centenario de la descripción del
signo, los trabajos principales se publicaron entre 1896 y 1898. La «Œuvre
scientifique» de Babinski puede consultarse en la Biblioteca de la
Academia Nacional de Medicina.
Las bases fisiopatológicas del signo continúan siendo motivo de
controversia, no así su importancia clínica, y seguramente
continuaremos viendo a maestros y alumnos intentando despertar su
respuesta5, 6.
Tengo miedo que algún día un grupo de destacados académicos, o
literatos innovadores decida que es más importante el uso y la
costumbre que la verdad histórica, y Babinski termine mutando en
Babinski.
Bibliografía
1. Reunión Anatomoclínica. Retardo mental, hipotermia, estenosis
mitral y sepsis. Medicina (Buenos Aires) 1997; 57: 216-24.
2. Montero A, Cohen JE, Martínez DP, Giovannoni AG. Tratamiento
empírico antitoxoplasma en SIDA y Chagas cerebral. Medicina (Buenos
Aires) 1998; 58: 504-6.
3. van Gijn J. The Babinski sign: the first hundred years. J Neurol
1996, 243: 675-83.
4. Rowland LP. The Babinski Sign: A Centenary. By J van Gijn. Utrecht,
Heidelberglaand, the Netherlands Universiteit Utrecht, 1996 (Book
Review). N Engl J Med 1996; 335: 1075.
5. van Gijn. The Babinski reflex. Postgrad Med J 1995, 71: 645-8.
6. van Gijn. Remak and the plantar response (letter). Lancet 1996;
348: 338-9.
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Sí, el Dr. Orden tiene razón, Babinski, el del signo, es Babinski
sílaba con i y no con y en la frase final. Agradecemos al Dr. Orden
la corrección y recordamos a nuestros lectores que señalen nuestros
errores, manifiesten sus discrepancias y en fin, nos hagan llegar sus
opiniones sobre el contenido de Medicina (Buenos Aires)
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