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COMENTARIOS BIBLIOGRAFICOS
What remains to be discovered. Mapping the secrets of the Universe,
the Origin of Life, and the Future of the Human Race. John Maddox. New
York: Free Press, 1998, 434 pp
Los lectores asiduos de Nature, acostumbrados a leer la página de
John Maddox a lo largo de sus 23 años como Editor, reconocerán su
estilo sintético, claro y ameno abarcando las más diversas
disciplinas. De hecho, el autor comenta que el libro, dedicado a sus
ex-colegas de la revista, surgió como respuesta a la pregunta de su
hijo Bruno: «¿cómo editor de Nature, no podrías predecir los
próximos descubrimientos?» Si bien la contestación es negativa,
porque muchas de las futuras preguntas surgirán de resultados
todavía desconocidos, el libro tiene más bien como propósito
enfocar la pregunta: ¿qué puede hacer la ciencia para ayudarnos a
comprender mejor el mundo en que vivimos? Esta proyección hacia el
futuro se basa sobre una descripción del pasado y del presente statu
quo de lo que el autor denomina «el río del descubrimiento»
dividida en tres grandes partes: 1) la materia, donde se exploran los
orígenes del universo y de la materia con la perspectiva de una
teoría del todo; 2) la vida, donde se considera el origen de la vida
junto con la maquinaria biológica, el enigma del gen egoísta, y los
proyectos futuros del genoma humano; 3) nuestro mundo, en el cual se
discute la naturaleza del cerebro, junto con nuestro mayor invento,
las matemáticas, y cómo haremos para evitar las catástrofes del
futuro.
Es realmente asombroso como Maddox llega a escribir con idoneidad y
autoridad sobre temas tan diversos como la física, las matemáticas,
la cosmología, la paleontología, la biología molecular, la
genética, el genoma humano, y muchas otras cosas... siempre en forma
sencilla y comprometida, a veces con fina ironía. Sin saber nada de
física uno llega casi a comprender la teoría del Big Bang (ver cita
pág 48), seguida de una Theory of Everything (TOE), y una Grand
Unified Theory (GUT) que probablemente darán origen a una Nueva
Física.
En cuanto a la biología celular y molecular y a la genética, que son
las que más nos atañen, sus descripciones y apreciaciones son
siempre acertadas. Tiene mucha razón al insistir que por el momento
los descubrimientos de nuevos genes, y especialmente todo el proyecto
del genoma humano, no son más que taxonomía, un inventario, al que
califica peyorativamente de esta manera «much of contemporary cell
biology is but high level botanizing» (ver cita pág. 54, 58).
Después de descubrir e incluso sintetizar tantos factores de
crecimiento, tantas interleukinas, etc. con complicada participación,
por ejemplo, en el sistema inmune, falta determinar sus
interrelaciones y sus funciones, para lo cual predice que se
recurrirá a modelos matemáticos con herramientas computacionales y
que pronto se pedirá ayuda a los físicos. Esta última predicción
parece cumplirse ya que el Editorial de Nature del 14 de enero de 1999
se titula ¿Puede la Física provocar una Revolución Biológica?
insistiendo en el gran provecho que se puede sacar de una unión de
este estilo, ya iniciándose en los EE.UU.
El libro concluye con un capítulo sobre «Lo que nos espera» en el
cual Maddox enuncia las calamidades posibles en un mundo futuro tal
como el calentamiento del globo, el peligro de la caída de un
asteroide, la inestabilidad del genoma con aumento de las deformidades
genéticas, etc. para llegar a la conclusión que no se puede hacer
nada para prevenirlas sino seguir investigando, teóricamente y
especialmente experimentalmente, para perfeccionarse cada vez más en
todas las disciplinas (ver cita pág. 78).
No hay duda que esta obra, un verdadero tour de force, será muy
apreciada por una amplia variedad de investigadores, y también de
aficionados interesados en las más diversas disciplinas de la
ciencia. CDP
Clinical Transplants 1997. J. Michael Cecka, Paul I. Terasaki
(eds).
Los Angeles: UCLA Tissue Typing Laboratory, 1998, 607 pp
Desde 1985 aparece anualmente un voluminoso tomo de esta serie
actualizando el statu quo de los trasplantes de órganos. En este 13°
tomo, el registro mundial UNOS (United Network for Organ Sharing)
llega a un total de 415.854 trasplantes de riñón llevados a cabo en
574 centros, y de 75.212 trasplantes de médula ósea en 275 centros;
le sigue la suma de 62.502 trasplantes de hígado en 215 centros, con
cifras menores para trasplantes de corazón, páncreas y pulmón. De
acuerdo a este mismo registro, la sobrevida más prolongada ha sido de
35 años para riñón, 28 años para hígado, 23 para corazón, 15
para páncreas y 13 para pulmón. Además de los extensos datos
numéricos de los distintos trasplantes y de los centros involucrados,
hay una serie de capítulos que abarcan enfoques novedosos cada uno
con un cuidado resumen. Por ejemplo, se discuten los beneficios en el
empleo de donantes vivos para el trasplante renal y en especial cuando
se trata de esposo/a. En cuanto al aspecto sociológico, hay un
capítulo sobre los determinantes del consentimiento familiar para
donación de órganos en el ambiente hospitalario. Para trasplante de
pulmón y de corazón-pulmón hay un importante trabajo del grupo de
la Universidad de Pittsburgh. En un editorial, los editores proponen
una estrategia para corregir la escasez de donantes cadavéricos para
el trasplante renal y así acortar el período de espera.
No hay duda que este libro resultará de gran interés para todos los
clínicos e investigadores involucrados en el complejo mundo de los
trasplantes de órganos. CDP
Annual Review of Microbiology. L. Nicholas Ornston, Albert Ballows,
E. Peter Greenberg (eds). Volume 52, Palo Alto, Ca. 1998; 847 pp
Como es tradicional en Annual Review of Microbiology, el capítulo
que inicia cada volumen es resultado de la invitación a un
investigador ya formado y con producción relevante al fin de una
dilatada carrera científica. En el presente caso, se trata de Edward
A. Adalberg, del Departamento de Genética, Escuela de Medicina,
Universidad de Yale, quien desarrolla su relato bajo el título The
Right Place at the Right Time. Es que pese a reconocer que individuos
extraordinariamente dotados pueden iniciar y continuar sus carreras,
sean cuales fueren el lugar y la época que les haya correspondido,
para la mayoría, en la que se incluye, cuenta sobre todo la
oportunidad tanto en referencia a espacio como a tiempo. Para
Adalberg, fueron Berkeley y la década del 50. Eran años de
florecimiento para la microbiología, con los microorganismos como
sujetos de elección en estudios básicos de genética y bioquímica,
dos disciplinas que habrían de fundirse para emerger como biología
molecular; a la vez, la virología avanzaba a pasos agigantados, se
descubrían nuevos antibióticos y también sus mecanismos de acción,
y se renovaba la investigación referida a taxonomía, evolución y
ecología de las bacterias. Este último abordaje se daba sobre todo
en la Universidad de California donde, y en parte gracias a becas
otorgadas a veteranos de la Segunda Guerra Mundial, se habían
inscripto más de 30.000 estudiantes y donde las autoridades tuvieron
que designar más docentes para los 300 o más alumnos que anualmente
deseaban cursar bacteriología básica.
Fue 1946 el año en que Adelberg inició sus estudios de grado, 1949
el de comienzo de su carrera como investigador independiente y 1991 el
correspondiente a la publicación de su último trabajo experimental.
En total, 42 años de actividad, en cuyo curso los equipos que
integró, ya en la Universidad de Yale, se abocaron a sucesivos
estudios sobre biosíntesis de isoleucina y valina en Neurospora y
Escherichia coli; regulación genética de biosíntesis de
aminoácidos en E. coli; mecanismos de mutación en bacterias;
caracterización del cromosoma bacteriano; y transporte por membrana
en cultivos celulares de mamíferos.
A ese respecto, él se pregunta: ¿fui en rigor un microbiólogo? En
todo caso, ¿qué es un microbiólogo? Una respuesta simple sería
«aquel que estudia a los microorganismos». Pero Adelberg distingue
entre el estudio en sí de un microorganismo y el uso de un
microorganismo para el estudio de un fenómeno biológico de
aplicación universal. El primer caso correspondería a la
microbiología, el segundo y dependiendo del real interés del
investigador, a la bioquímica, o genética o biología molecular.
Para él, y de acuerdo al trabajo que tuvo lugar en Yale, cabría
ubicarlo en la segunda categoría; si se llegara a recordarlo como
microbiólogo, sería en razón de aquella su estadía en Berkeley,
the right place at the right time para una actividad diaria inherente
a discutir, aprender, enseñar y escribir acerca de los
microorganismos.
El resto de los capítulos está integrado por aportes que los
editores seleccionaron por autores y por tópicos, en base a aquellos
que tendían a percibir la biología desde perspectivas novedosas.
Así se destacan, por ejemplo, temas como los correspondientes a
lantibióticos, una plétoda de péptidos antimicrobianos provenientes
de animales, plantas y bacterias que fueran descriptos durante la
presente década; a la propuesta de considerar a las poblaciones
bacterianas como organismos multicelulares, o como organismos
modulares; al descubrimiento de los factores anti-sigma; a la
caracterización de genes de virulencia en Clos-tridium perfringens; a
la transformación celular inducida por virus como polioma y
Epstein-Barr mediante activación de señales de trasducción; a
nuevas perspectivas en la deshalogenación microbiana en base a
solventes clorinados; a la prevención de infecciones
intrahospitalarias por micobacterias no tuberculosas; a la relevancia
de la actividad detectada en proteínas Rev del HIV: al modelo de
envejecimiento de levaduras representado por Saccharomyces cerevisiae;
a los cambios metabólicos sufridos por Plasmodium falciparum durante
su transición desde el huésped humano al huésped mosquito; al
núcleo de la célula como blanco de los virus ADN; a la relación
entre variabilidad antigénica de receptores en superficie de
Trypanosoma brucei y, finalmente, a la organización de colonias
bacterianas en una organización cooperativa, para así sobrevivir en
un ambiente hostil. En suma, un volumen que incorpora diversos temas
tratados bajo diferentes aproximaciones, aunque todas ellas tendientes
a satisfacer aquel objetivo inicialmente planteado por los editores:
una interpretación actualizada y en ocasiones fascinante de
fenómenos biológicos propios del área microbioló-gica. MIB
Bases de oncología molecular. R. Daniel Bonfil, O. Graciela
Scharowsky y colaboradores. Buenos Aires: Ediciones Dunken, 1998, 222 pp
Como bien lo expresa el Dr. Klein-Szanto en el Prólogo «es
propósito de este texto poner a disposición de los estudiosos
interesados, una síntesis de los últimos conceptos que han
revolucionado la oncología». Los autores desde sus laboratorios en
Buenos Aires y en Rosario, junto con sus siete colaboradores, tienen
el gran mérito de haber conseguido actualizar la oncología molecular
en forma amena y comprensible, y en castellano, lo que es inusual, con
miras a un diálogo fluido entre el investigador básico y el
clínico. Los 12 capítulos van desde las bases de la biología
molecular (por J.C. Bossio & R. Brawer), oncogénesis viral (N.
Sanjuan), carcinogénesis química, carcinogénesis por radiaciones
(J. Mayo), oncogenes, ciclo celular (C.M. Galmarini), genes supresores
de tumor, factores de crecimiento (A. Boquete, M.M. Binda),
inmunología tumoral, invasión y metástasis, apoptosis, y
resistencia a drogas antineoplásicas (C.M. Galmarini). A través de
estos capítulos se aprecia como en pocos años no sólo se
estableció la cronología de los eventos críticos en la
tumorigenesis sino que se llegó a vislumbrar los mecanismos
genéticos que impulsan la transformación celular, el crecimiento
tumoral seguido de invasión tisular y metástasis. Muchos de estos
fenómenos genéticos pueden ser utilizados como marcadores
diagnósticos de células neoplásicas y eventualmente podrán
colaborar no sólo con la quimioterapia sino potencialmente con una
terapia génica en ciertos cánceres. Es de esperar que esta visión
optimista del tratamiento oncológico se concrete en los primeros
años del nuevo milenio. LDP
Bioética. Investigación, muerte, procreación y otros temas de
ética aplicada. Florencia Luna, Arleen L.F. Salles. Buenos Aires:
Editorial Sudamericana, 1998, 448 pp
Tres años después de un primer libro sobre Decisiones de vida y
muerte (comentado en Medicina (Buenos Aires) 1996; 56: 209-210) estas
autoras, ambas doctoras en Filosofía, presentan un texto ampliado y
profundizado con reflexiones personales sobre artículos
seleccionados. Se presentan 4 capítulos con una extensa introducción
a cargo de las autoras comentando los 5 ó 6 trabajos de especialistas
anglosajones. Hay que destacar que más que los trabajos originales,
interesan los comentarios de las autoras por sus agudas disquisiciones
con extrapolación a nuestra idiosincracia.
El primer capítulo, Ética e investigación clínica, presenta los
distintos códigos de ética que van desde el Código de Nuremberg y
las declaraciones de Helsinski hasta un tercer documento internacional
titulado «Propuesta de normas internacionales para las
investigaciones biomédicas con sujetos humanos» establecido por el
Consejo de Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas
(CIOMS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) el cual considera
ciertas situaciones especiales y las necesidades de los países en
desarrollo. Se discute el significado del consentimiento informado, el
uso de ensayos clínicos randomizados, de placebos, el valor de las
preferencias del investigador, para abarcar luego el problema del
SIDA, contrastando los problemas del Primer con los del Tercer Mundo.
Finalmente, se contempla el dilema del editor cuando se enfrenta con
la disyuntiva de publicar una investigación moralmente cuestionable.
Sobre este tema se incluye un artículo de Robert Levine quien
sostiene una posición intermedia respecto de las políticas
editoriales a seguir, y un artículo de Marcia Angell, una de los
editores del New England Journal of Medicine quien defiende la
posición de no publicar por razones éticas. El comentario final es
que se debe permitir un diálogo abierto, racional y crítico sobre el
tema.
El segundo capítulo, Toma de decisiones terapéuticas, plantea el
reemplazo del paradigma centrado en el médico y su deber de
beneficiar al paciente (el paternalismo) por otro centrado en el
paciente y su autonomía, y consecuente papel en el consentimiento
informado y en el proceso de toma de decisiones. De ahí derivan las
llamadas directivas anticipadas que van desde las «directivas con
instrucciones» hasta el «testamento vital» o en su reemplazo «la
designación de un representante». Es interesante el trabajo de
Joanne Lynn «Por qué no he firmado un testamento vital». Al final,
las autoras hacen notar que si bien desde la década del 70 el
paradigma reinante en el discurso bioético anglosajón pone el acento
en la autonomía del paciente y en el modelo contractual en el cual el
médico y el paciente comparten la autoridad y la responsabilidad
ética, últimamente esta posición está seriamente cuestionada,
especialmente en sociedades latinas donde la autoridad del médico y
la pasividad del paciente siguen predominando.
El tercer capítulo se titula Algunos problemas al final de la vida:
el derecho a morir y el suicidio asistido. Con el aumento en el
promedio de vida, más que nunca sigue vigente el debate acerca del
derecho a una buena muerte; hay cada vez más trabajos sobre el tema
en la literatura médica. Se contrastan posiciones que apoyan el
rechazo del tratamiento de sostén vital con las que van hasta la
asistencia positiva para morir empleando sobredosis de drogas
administradas por el médico o por el propio paciente. En su trabajo,
Gevers, abogado de Amsterdam, analiza la posición de la justicia
holandesa que ha dado cabida a la eutanasia en casos determinados.
Como alternativa otro trabajo apoya los cuidados paliativos,
describiendo un llamado movimiento paliativista que ha desarrollado
nuevas técnicas para manejar el dolor, promoviendo una mejor
comprensión de la importancia de controlarlo y abogando por el uso
legal de los opioides para tal fin. Por ahora, no queda duda que
subsisten muchas preguntas de difícil respuesta.
El cuarto y último capítulo, Libertad reproductiva y sus límites.
Conflictos materno-fetales, plantea el derecho moral a la libertad
reproductiva definida como la de determinar si tener hijos (cuantos y
cuando) o evitarlos. Los argumentos se basan en el valor de la
autonomía, del bienestar general y hasta del principio de igualdad
entre esposos, en discursos de índole feminista. En los trabajos que
se adjuntan se contempla la situación de quienes pueden transmitir
enfermedades genéticas como la corea de Huntington y otras,
argumentando que se debe evitar el daño considerable que puede
causarse al niño futuro. Se discuten los enfoques morales del
screening genético y del diagnóstico prenatal y la temática se hace
mas controversial cuando se considera la legitimidad moral de la
procreación de personas portadoras de HIV, no sólo por el futuro
incierto del niño sino también de la madre. Se plantea también la
responsabilidad paterno-maternal en cuanto a satisfacer ciertas
condiciones mínimas para el futuro ser. En cuanto a los conflictos
materno-fetales, se estima que la embarazada arriesga la vida o la
salud de su feto, sea por su propio estilo de vida (consumo de drogas,
de alcohol o nutrición inadecuada) o por su ocupación en un trabajo
insalubre o por rechazar una terapia determinada (p. ej. una
cesárea). Uno de los trabajos argumenta que el tratamiento médico
compulsivo de mujeres embarazadas es controvertido ya que plantea un
conflicto entre la vida, la libertad y el derecho. Las autoras por su
lado concluyen que si bien los padres tienen obligaciones morales
importantes hacia sus hijos futuros estas no justifican políticas
restrictivas por parte del Estado.
Este libro tiene mucho valor por el importante número de problemas
bioéticos de difícil resolución que plantea, y donde sin duda
debería prevalecer ante todo el sentido común. CDP
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