MEDICINA - Volumen 58 - Nº 5/2, 1998
MEDICINA (Buenos Aires) 1998

       
     

       
    SIMPOSIO: COMITE DE ETICA

EN NOMBRE DE LA MEDICINA

Eduardo Tanús

En nombre de la medicina... se prescriben tratamientos y se dictan normas, donde se ven mezclados los valores personales con los riegos costos-beneficio, los planes de vacunación con los límites del presupuesto oficial, la calidad de vida de los jubilados con el confort de las empresas privadas de salud...
La medicalización de la vida avanzó desde las intrínsecas potencialidades de la medicina, hasta la utilización de esa forma de poder por los médicos mismos. La realidad de este tiempo nos muestra que ese poder ha sido tomado ahora por la política y las empresas y aplicado bajo las respetables reglas del Mercado.
Todo se subsume en el Mercado: las estrategias de prevención, los subsidios para investigación, el examen psicofísico laboral, los empleos, los honorarios médicos, y como última pretensión, los valores humanos (como la dignidad). Es así como llegamos al punto en que muchas personas, en su rol de pacientes, tienen un precio (regulado, claro está, por el Mercado).
Las formas de movilización pueden ser variadas: «individuales», en «cápitas» o «paquetes», y manejados por «redes», «uniones transitorias de empresas» u otras agrupaciones cuyas denominaciones nos sorprenden y enriquecen con extravagantes neologismos.
Si bien deben destacarse los aportes y beneficios que en varios aspectos se han logrado con la aplicación de la tecnología desde los centros de poder, son lamentables las consecuencias cuando éstos sólo avizoran sus propios intereses. Es fácil deducir que en esta empresa también han colaborado algunos médicos, equivocados o no, libres o presionados.
El verdadero rol del médico tiene que ver con su obligación moral de beneficiar a los pacientes, rol asumido voluntariamente desde el Juramento Hipocrático. Allí su autor señala que «...haré uso del régimen dietético para bien de los enfermos, según mi capacidad y recto entender: del daño y la injusticia le preservaré»; quedando claramente establecidos los conceptos de beneficencia, no maleficencia y justicia, que junto con el respeto por la autonomía del paciente, conforman los principios éticos que deben presidir la conducta del que practica la medicina.
De lo anterior se desprende que el rol prescripto para el médico no se corresponde con el rol real, ejercido en el contexto de la medicalización, donde existen consecuencias negativas para los pacientes.
Por lo tanto se genera un conflicto de roles que afecta profundamente la relación médico-paciente, y a través de la misma, a la medicina y a la sociedad toda.
Una de las posibles respuestas sería el abordaje del problema desde la perspectiva ética a través de dos caminos:
- la incorporación de un adecuado contenido humanístico en los programas de formación de los agentes de salud, y
- la construcción de verdaderos espacios fundantes de reflexión sobre las formas de articulación armónica entre la tecnología y su aplicación para la salud, pensando como objetivo fundamental, el reintegro a una relación médico-paciente que no desnaturalice su esencia.
De alguna manera, esos espacios de reflexión estarían representados por grupos interdisciplinarios que debaten argumentando desde distintas perspectivas: son los comités de ética.
Ya en la mitad del siglo, Bertrand Russel, decía que «Los nuevos poderes que la ciencia ha dado al hombre pueden ser manejados sin peligro por aquellos que, bien por el estudio de la historia o por su propia experiencia de la vida, hayan adquirido alguna reverencia por los sentimientos humanos y alguna ternura por las emociones que dan colorido a la existencia cotidiana de hombres y mujeres».